Aunque la reina de Inglaterra, Isabel II, goza de buena salud, su avanzada edad (95 años) y la reciente muerte de su marido, el duque de Edimburgo, han acelerado los preparativos para la sucesión.
Cuando fallezca la reina ascenderá al trono su hijo Carlos, de 72 años. El príncipe de Gales está preparando ya con cierto nivel de detalle lo que será su nueva vida y por ejemplo, este viernes el diario The Sun ha revelado que prevé que su esposa, la duquesa Camilla, sea nombrada reina consorte.
Tal movimiento le daría a Camilla Parker-Bowles un estatus significativamente más alto de lo previsto, similar al que tenía la difunta reina madre, esposa del rey Jorge VI, padre de la actual monarca y abuelo de Carlos.
Según The Sun, el príncipe Carlos ya ha hecho saber que le gustaría que el número de miembros de la realeza que asistieron a su coronación se “recortara ligeramente” respecto a cuando su madre fuera coronada, el 2 de junio de 1953.
En general, el heredero quiere adelgazar el número de miembros de la familia real británica. Por ejemplo, esta semana se reveló que el deseo del príncipe Felipe de que su título de duque de Edimburgo fuera para su hijo menor, Eduardo, después de la muerte de la reina, es poco probable que suceda.
Cuando Felipe murió en abril, sus títulos, incluido el de duque de Edimburgo, pasaron automáticamente a Carlos. Y planea mantenerlo así. Tras esta decisión hay un motivo económico, apuntan algunos analistas.
La familia real ya recauda casi 90 millones de libras esterlinas al año del contribuyente británico. En la actualidad, el príncipe Eduardo y su esposa, Sophie, no reciben dinero del erario público para financiar su vida diaria. Pero si lo ascendieran a duque, eso podría cambiar.
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