El pasado lunes, Donald Trump fue visitado por el equipo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos cuando se encontraba en su resort de Mar-a-Lago, en Florida. Pero lo que iba a ser otra reunión más del Ejecutivo, donde le iban a informar sobre las operaciones más recientes de las fuerzas estadounidense en el Medio Oriente, terminó siendo el momento en el que el mandatario estadounidense ordenó el ataque en el que fue abatido Qasem Soleimani.
En aquella reunión estuvieron presentes el secretario de Estado, Mike Pompeo, el secretario de Defensa, Mark Esper, y el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de la Fuerzas Armadas de EEUU. Los funcionarios reportaron al presidente sobre los bombardeos que llevó acabo Estados Unidos contra milicias chiitas, patrocinadas por Irán, en Irak y Siria. Sin embargo, ninguno de ellos esperaba que Trump decidiera ese día ordenar el ataque contra el general iraní.
En la presentación que hacían los altos funcionarios a Trump, había un documento que mostraba los diferentes escenarios que la fuerzas estadounidenses podían tomar en Irak contra las milicias. Entre estos había uno en el que estaba la posibilidad de atacar a Soleimani, quien fue uno de los laderos del ayatollah Khamenei y el hombre más poderoso dentro de la estructura militar iraní.
Al analizar todas las opciones, Trump, para sorpresa de todos los presentes, ordenó el bombardeó contra el iraní. La decisión había sido en parte sugerida por un grupo de asesores del presidente, según informó Los Angeles Times.
Luego de la reunión en Mar-a-Lago, el primero en hablar fue el secretario de Defensa: “En la conversación que tuvimos hoy con el presidente, discutimos con él las distintas opciones disponibles”. Y agregó: “Y quiero dejar claro que tomaremos acciones adicionales si es necesario”.
En ese momento el nombre de Soleimani no fue mencionado. Tampoco, nadie imaginaba que cuatro días después el general iraní iba ser el blanco de un ataque que iba acabar con su vida. Sin embargo, desde que Trump tomó la decisión, la CIA y el Pentágono trabajaron sin descanso para localizar al militar persa y así poder realizar una operación exitosa. Y así fue, el viernes los misiles disparados dieron en blanco.
Si el Pentágono, que mató a Soleimani de un “disparo de precisión de un dron” cerca del aeropuerto de Bagdad, no hubiese tomado esa decisión, “hubiéramos sido culpables de negligencia”, dijo el viernes el jefe del Estado mayor estadounidense, el general Mark Milley.
Estados Unidos tenía información “irrefutable”, según la cual Soleimani preparaba acciones violentas de envergadura, añadió Milley. “El riesgo de la inacción superaba al de la acción”.
En la misma línea, Pompeo dijo, en una entrevista para Fox News, que el general iraní planeaba ataques que habrían matado a cientos o miles de estadounidenses. “Juntamos a nuestros mejores y más brillantes, encontramos una oportunidad y abatimos a este tipo, quienes ustedes describen acertadamente como uno de los peores terroristas que ha pisado el planeta, y lo sacamos del campo de batalla y fuimos exitosos en eliminar cualquier campaña de terror que podía llevar acabo en cualquier parte del mundo”, sentenció.
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