Están armadas hasta los dientes, han tenido una creciente presencia en protestas callejeras y son vistas como un peligro latente para las elecciones de noviembre: las milicias ganan protagonismo en un Estados Unidos aturdido por varias crisis.
Estos grupos tienen diferentes agendas y motivaciones, desde la lucha contra la inmigración hasta un recelo del gobierno, pero buena parte de ellos ahora se sienten animados por la presidencia de Donald Trump y su eslogan electoral de «ley y orden», señalan expertos.
Se estima que en EE.UU. hay alrededor de 200 milicias compuestas por miles de civiles y militares retirados, aunque sus estructuras a menudo difusas y la falta de datos oficiales sobre estos grupos impiden tener una idea exacta de su tamaño.
Los especialistas advierten que fenómenos recientes como la pandemia de coronavirus, la pérdida de millones de empleos, una creciente crispación política y social junto a la proliferación de teorías conspirativas en las redes sociales han servido como caldo de cultivo de las milicias en este país.
«Las milicias han estado involucradas y activas en EE.UU. durante décadas o siglos en algunos casos. Pero lo que vemos ahora es un momento absolutamente sin precedentes en la historia de EE.UU.», le señala Paul Goldenberg, miembro del Consejo Asesor del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., a BBC Mundo.
A su juicio, el país enfrenta una «tormenta perfecta» con un sector minoritario de la sociedad que busca aprovechar la coyuntura para generar confusión y caos.
«¿Están creciendo las milicias? Creo que están creciendo. Desafortunadamente, algunas milicias se ven a sí mismas como una fuerza civil o ciudadana justa para reemplazar a la policía, si de hecho la policía pierde autoridad», dice Goldenberg, que también preside la firma consultora en seguridad doméstica Cardinal Point Strategies.
«Situación inflamable»
La presencia de milicias armadas con rifles de asalto y ropa de camuflaje ha sido notoria en protestas recientes contra las medidas de confinamiento por el coronavirus o contra el racismo y la brutalidad policial en EE.UU.
Varios de estos grupos surgieron a partir de 2009 como reacción al gobierno de Barack Obama, el primer presidente negro de EE.UU., según estudios.
Una de las mayores agrupaciones, losOath Keepers (Guardianes del Juramento) fue fundada en 2009 por Stewart Rhodes, un paracaidista retirado del Ejército que trabajó en la oficina de un representante republicano por Texas.
El grupo atrajo a policías y militares retirados con la consigna de defender la Constitución y el derecho a portar armas, mientras asume posturas de extrema derecha: el mes pasado Rhodes sostuvo que «la guerra civil está aquí y ahora» y pidió a Trump reprimir una «insurrección marxista» en EE.UU.
La visibilidad que han adquirido algunas milicias recientemente contrasta con la actitud más reservada que adoptaron tras una marcha de grupos de extrema derecha en Charlottesville, Virginia, que acabó en violencia en 2017.
«Al ver la milicia caminando por la calle, habrías pensado que eran un ejército», dijo el entonces el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe. «Tenían mejor equipamiento que nuestra policía estatal».
El año pasado, miembros de una milicia denominada United Constitutional Patriots (Patriotas Constitucionales Unidos) generaron polémica al detener por cuenta propia a cientos de inmigrantes en la frontera con México.
En mayo, manifestantes fuertemente armados irrumpieron en el capitolio estatal de Michigan para protestar contra la orden del gobernador local de permanecer en casa por la pandemia de covid-19.
Y, más recientemente, milicianos blancos han confrontado con activistas del movimiento Black Lives Matter y de grupos antifascistas durante protestas en varias ciudades del país, a las que concurren aduciendo que buscan preservar el orden público.
«Lo que vemos ahora es un aumento real de la actividad paramilitar y las milicias están motivadas para participar en activismo en el terreno», dice Cassie Miller, analista de investigación del Southern Poverty Law Center, una ONG que monitorea a grupos que considera que propugnan el odio o incitan a la violencia.
El último informe de ese centro señaló la presencia de 181 milicias activas en EE.UU. el año pasado.
Además de las milicias de derecha, consideradas más numerosas y mejor entrenadas, también se han visto recientemente algunas organizaciones de izquierda o negras con armas.
Por ejemplo, en ciertas protestas contra la muerte de afroestadounidenses a manos de la policía una milicia negra conocida por las siglas de NFAC (Not Fucking Around Coalition) movilizó a cientos individuos fuertemente armados.
En una de esas protestas en Louisville, Kentucky, se reportaron momentos de tensión cuando los integrantes de NFAC pasaron cerca de decenas de miembros también fuertemente armados de 3 Percenters(3 Porciento) otro conocido grupo de derecha opuesto a la inmigración y a activistas antifascistas.
«Se crea una situación increíblemente inflamable cuando tienes vigilantes de izquierda y de derecha en la calle, y ambos están armados, especialmente cuando tienes gente de extrema derecha que hace campaña activamente por una guerra civil», dice Miller a BBC Mundo.
«Violencia e intimidación»
Un marco legal habilita a las milicias pueden exhibirse con tal soltura en las calles de EE.UU: la mayoría de los estados de este país permiten portar armas de fuego de forma visible.
Algunos expertos observan que, a diferencia del pasado en que veían con desconfianza al gobierno federal, ciertas milicias se ven reivindicadas por la retórica y las políticas del actual presidente.
Los reclamos de Trump contra las medidas de confinamiento, sus pedidos de de mano dura hacia las protestas callejeras o la inmigración indocumentada, así como sus sugerencias infundadas de que el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, instalaría el socialismo en EE.UU. y quitaría fondos a la policía, sintonizan con los postulados de grupos de extrema derecha.
Hace unos días se conoció una denuncia de un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional que acusa a sus superiores de presionar para restarle importancia en reportes de inteligencia a la amenaza que representan los supremacistas blancos.
Goldenberg, el asesor de ese departamento, sostiene que «la comunidad policial estadounidense y la comunidad de seguridad nacional han sido firmes en su lucha contra cualquier terrorismo, independientemente de dónde se perciba en el espectro político».
Sin embargo, Kathleen Belew, una historiadora y autora del libro «Trae la guerra a casa: el movimiento de poder blanco y la América paramilitar» (Bring the war home: the white power movement and paramilitary America) afirma que el foco está puesto en otro lado.
«Después (de los ataques) del 11 de septiembre (de 2001 en EE.UU.) la mayoría de los recursos de vigilancia se dirigieron hacia el terrorismo islamista y todavía estamos teniendo dificultades para lograr que el gobierno concentre sus recursos y vigilancia en la violencia del poder blanco», dice Belew a BBC Mundo.
A su juicio, aunque las milicias suelen presentarse como neutrales o defensoras del Estado de derecho, están reguladas a lo sumo por ellas mismas y representan «una forma extralegal de violencia e intimidación» en la sociedad.
A menos de dos meses para las elecciones, muchos se preguntan qué postura asumirán estos grupos en caso de un resultado que consideren adverso o ante una eventual controversia sobre quién es el ganador.
El propio Trump ha sembrado desconfianza sobre la limpieza de la votación en que buscará ser reelecto y la semana pasada dijo a sus seguidores en un acto en Nevada que «los demócratas están tratando de manipular estas elecciones porque es la única forma en que van a ganar».
Michael Caputo, un quien fue miembro de la campaña de Trump en 2016 y es hoy funcionario del Departamento de Salud, afirmó sin ofrecer evidencia que Biden se negará a reconocer un triunfo de Trump en noviembre y sugirió a sus seguidores prepararse para una insurrección armada.
«Si portan armas, compren munición, damas y caballeros, porque será difícil de conseguir», sostuvo Caputo en un video de Facebook la semana pasada y, tras la polémica por la difusión de esos y otros comentarios, anunció el miércoles que tomaría 60 días de licencia médica.
Miller, la analista del Southern Poverty Law Centerque monitorea a las milicias, señala que hay «grupos que ya se están preparando para actuar, no sólo el día de las elecciones, sino para la posibilidad de violencia después de las elecciones».
Belew, por su lado, considera justificadas las preocupaciones sobre las milicias ante una posible disputa por el resultado electoral: «No sé cómo reaccionarán», advierte.
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