La acusación exhibe más vídeos y tuits en la segunda jornada del ‘impeachment’ al ex presidente republicano, cuyo entorno filtra que «no está satisfecho» con la estrategia de su defensa.
A pesar de que hace tres semanas que Donald Trump dejó la Presidencia de Estados Unidos, las decisiones que tomó en el ejercicio del cargo, en especial después de las elecciones del 3 de noviembre, siguen dominando el panorama informativo de la primera potencia mundial. Este miércoles ha continuado el ‘juicio político’ en el Senado, con la exhibición, por parte de la mayoría demócrata que ejerce de acusación en el proceso, de más ‘tuits’ del presidente y, también, de vídeos inéditos grabados por las cámaras de seguridad del Capitolio. La tesis demócrata es que Trump no solo incitó al salto al Capitolio sino que, además, actuó con premeditación.
Las imágenes son parte de un mensaje más orientado a la opinión pública que a la oposición republicana, entre la que Trump cuenta con apoyos suficientes como para ejercer una minoría de bloqueo que impida que sea declarado culpable. Al cierre de esta crónica, la defensa del presidente aún no había intervenido. Su estrategia parece confusa, después de que el martes el equipo de Trump tuviera una pobre actuación en la apertura del juicio, que valió a los dos letrados del presidente, David Schoen y Bruce Castor, críticas de los republicanos y de su propio cliente. Según informaba ayer la web ‘Politico’ citando a personas del entorno de Trump, «el presidente no está satisfecho» con la defensa que está teniendo. Ayer se especulaba incluso con posibles cambios en el equipo legal de Trump. de hacerlo, sería algo extremadamente inusual. Pero, si algo caracteriza al ex presidente, es su capacidad para romper con los convencionalismos.
El ex presidente, sin embargo, depende de portavoces y de terceras personas para transmitir su mensaje. Trump no tiene acceso a redes sociales, en especial Twitter, que han sido su principal vehículo para comunicarse. Y va a seguir sin tenerlo. Esa empresa anunció ayer que la suspensión de la cuenta del presidente es permanente. Facebook, por su parte, ha optado por una solución salomónica, y, aunque ha expulsado a Trump junto con la mayoría de las cuentas de la conspiración QAnon, que propugna que el mundo está controlado por una red de pederastas antropófagos contra la que lucha -o luchaba- en solitario el ex presidente, no ha adoptado una decisión definitiva. Un consejo independiente de la empresa, en el que está, entre otros, el ex viceprimer ministro británico Nick Clegg, deberá establecer qué hace la red social de Mark Zuckerberg, quien en el pasado ha defendido a Donald Trump públicamente.
Trump tiene, además, un nuevo frente legal abierto. Las autoridades han iniciado una investigación penal acerca de si la llamada del presidente al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffespenger, en enero, en la que le pedía que «encontrara» los votos que le hacían falta para ganar las elecciones en ese estado es constitutiva de delito. Ese proceso se suma a las causas abiertas contra Trump en el estado de Nueva York por presunto delito fiscal en su época como empresario.
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