El 28 de noviembre de 2016, Camila, quien solo tenía 14 años de edad, conoció a Alonso Escobar por Facebook. Se juntaron a los tres días en una plaza de avenida Macul, en Santiago. Alonso fingió que su mamá le había escrito y necesitaba volver al departamento para dejarle las llaves. Le pidió a Camila que lo acompañara. Quedaba a sólo una cuadra.
Por Infobae
Terminaron acostados viendo una película. De su mamá, ni una explicación. Alonso comenzó a manosearla por debajo de la falda del colegio. Camila le rogó que no hiciera nada porque no estaba preparada. Era virgen.
—Quiero chingar —la amenazó Escobar.
Sujetó sus piernas y la abrazó para inmovilizarla. Le rompió el calzón y la violó. Camila se fue con la falda manchada y en estado de shock. Dos años más tarde volvería a violarla. A ella, y a por lo menos, otras 10 mujeres más, según se lee en la condena dictada en su contra el 12 de abril pasado, a la que tuvo íntegro acceso BBCL Investiga.
Alonso Tomás Escobar Laínez fingía ser italiano y decía ser un narcotraficante peligroso y tener vínculos con mafias, incluso en el extranjero. Vestía ropa de marca y subía fotos con armas. Un narcisista de tomo y lomo con rasgos psicopáticos, según certificaron dos peritajes psiquiátricos.
Camila dice que no recuerda quién de los dos se volvió a buscar pero sí que como había sido su primera vez, y a sus 14 años, pensaba que eso los convertía en una pareja. Que algún tipo de relación los unía.
Se siguieron viendo. Ella lo invitaba a pasear. Él quería ir siempre a su habitación. Allí la insultaba. Le decía que era cochina y pobre. Que le había contagiado el sida y tenía sexo con otras mujeres. El documento relata:
“Una vez estaban teniendo relaciones y él tomó un electroshock desde el velador e intentó ponérselo en el abdomen. Ella trataba de sacarle el brazo y trató de irse de la pieza, pero él no le abría la puerta. No la dejaba. La tomó del cuello y la tiró hacia la habitación. Al final, luego de seguir insistiendo la dejó ir al decirle que la estaba llamando su mamá. Ella aún tenía 14 años”.
En otra ocasión, Camila contó que Alonso sacó una pistola y la apuntó en la frente. Él se burlaba mientras ella estaba paralizaba. Fue la última vez que lo vio hasta octubre de 2018.
Dos años después, Camila escribió en Facebook que necesitaba un cargador para su teléfono celular. Alonso le respondió por mensaje que tenía uno y se citaron en el portal Ñuñoa. Cuando llegó simuló que lo había olvidado. Dijo que fueran a su casa a buscarlo. Quedaba al frente. Ella lo esperó abajo, al lado de la escalera. Lo apuraba por mensajes. Alonso no sólo no respondía, él también se había llevado su mochila.
Subió a buscar sus cosas y apenas abrió la puerta la encerró con llave.
“La empujó a la cama y se tiró arriba de ella “cerdamente” para que tuvieran sexo. Ella tenía 16 años, e iba en tercero medio. Andaba con ropa de colegio y calzas. Trató de defenderse, pero no pudo. Él ejercía mucha fuerza, la tomó de las manos, la ahorcaba. Se quedó dormido arriba de ella”, detalla la sentencia.
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