Lo que comenzó en noviembre del año pasado como un pequeño brote de un virus desconocido en el polo industrial chino de Wuhan es, casi seis meses después, una pandemia que se ha cobrado la vida de más 240.000 personas. Una enfermedad que hará que la economía mundial retroceda en al menos un 3% y que pone en riesgo a uno de cada dos empleos en todo el planeta.
Por BBC
Con países endeudándose para poder financiar los intentos de contener el contagio de covid-19, millones de empresas sin ingresos y sectores enteros como el turismo paralizados de la noche a la mañana, ya se empiezan a oír voces que piden responsabilidades. Y varios dedos acusadores apuntan a China.
«Hay muchas formas de hacer que rinda cuentas. Estamos llevando a cabo investigaciones muy serias, como probablemente saben, y no estamos contentos con China», dijo la semana pasada el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una conferencia de prensa.
«No estamos contentos con toda la situación porque creemos que [el virus] podría haber sido detenido en origen, podría haber sido frenado rápidamente y no se hubiera esparcido por todo el mundo”, aseguró en una intervención en la que dejó abierta la posibilidad de pedir una compensación económica al Estado chino.
Una idea que reiteró este domingo durante una entrevista ofrecida al medio estadounidense Fox News y en la que prometió un informe «concluyente» sobre los orígenes chinos del brote de coronavirus.
En Alemania, el periódico Bild ya hizo las cuentas del daño económico que ha dejado la pandemia en el país en un editorial titulado «Lo que China nos debe»: unos U$160 millones.
Alrededor del mundo, empresas y particulares se han planteado la posibilidad de exigir una reparación al gigante asiático por su actuación al inicio del brote y su demora en comunicarlo.
Entre ellos está Franklin Ordóñez, un ecuatoriano de 62 años que en marzo perdió a su hermano mayor por culpa de la covid-19.
«Alguien tiene que responder por todas las personas que han muerto en el mundo», le dice a BBC Mundo por teléfono desde Guayaquil, la ciudad ecuatoriana más golpeada por el virus. Una urbe donde se llegaron a ver escenas dramáticas de cadáveres abandonados en la calle por sus familiares, después de que hospitales y funerarias colapsaran.
«Da coraje saber que por gente irresponsable, prácticamente el mundo se encuentra detenido», afirma este abogado y político que dice estar recurriendo a sus ahorros para vivir al no poder trabajar por la cuarentena.
Pese a la falta de evidencias, Ordóñez está convencido de que el virus fue creado en un laboratorio chino: «Sus provincias aledañas no se contaminaron como se contaminó el resto del mundo. Estados Unidos, con todo lo que tiene en su arsenal biológico para cuidarse, no fue capaz de contener esta avalancha».
El ecuatoriano, que llevaba un par de meses sin ver a su hermano y no logró despedirse de él, quiere que China pague por las consecuencias de la pandemia: “Yo creo que se podría resarcir económicamente a todas las personas que han sufrido la pérdida de sus seres queridos”.
¿Misión imposible?
Pero ¿qué tan factible es denunciar a China por su gestión del nuevo coronavirus?
“Tendría que hacerlo otro país, que tendría que encontrar alguna forma de obligación internacional que China haya infringido”, asegura Wim Muller, experto en Derecho Internacional del think tank británico Chatham House.
«Lo segundo sería encontrar una corte y una jurisdicción, y eso siempre es difícil, también en el derecho internacional porque, en general, los Estados no están dispuestos a darle a un tribunal el poder de juzgar su conducta legal», le dice a BBC Mundo.
“Por ejemplo, tienes a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, pero esta depende del consentimiento previo de los Estados».
Pero, como explica Muller, «siempre que puede», China rechaza someterse al dictamen de cualquier tribunal externo.
Muller cree que, de todos los mecanismos que se han sugerido, el que más posibilidades tendría de sentar a China en el banquillo de La Haya sería el uso del artículo 75 de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Según este, si hay una disputa que verse específicamente sobre una de las disposiciones de la Constitución, o sea, que China haya infringido una de las obligaciones contenidas ahí, entonces otro Estado podría llevarla a la CIJ», explica, puntualizando que se trata de una posibilidad sobre la que flota un gran signo de interrogación.
«Aun así, primero habría que intentar negociar [con China] o someter la disputa a la Asamblea Mundial de Salud», afirma en referencia al órgano decisorio de la OMS.
Joaquín Alcaide, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Sevilla, en España, explica que, si se llega a llevar a China a la CIJ, habría que definir bien si se le acusa de ser responsable de algo porque sucedió dentro de su territorio o porque no cumplió con sus obligaciones internacionales.
«Aquí [en el último caso], se estaría preguntando si China es responsable de todo lo que ocurre [ahora] en el mundo».
Alcaide cree que la vía más factible es la diplomática.
«Se puede enviar una demanda o requerimiento a través de canales diplomáticos», afirma.
«Se exponen unos hechos, unos fundamentos de derecho y lo que se solicite, que puede ser una indemnización o un reconocimiento de culpa”.
Inmunidad de jurisdicción
Franklin Ordóñez, sin embargo, cree que es posible que particulares, como él, le pidan una compensación a China directamente a través de un tribunal interno de otro país.
Por eso, asegura estar esperando a que surjan «nuevas investigaciones» para plantear una denuncia concreta contra el Estado chino y adherirse a la demanda judicial colectiva que ha planteado un bufete de abogados estadounidense, Berman Law Group.
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