Frente a la epidemia de coronavirus que está azotando al mundo y a la economía, los mercados financieros no quedaron al margen y perdieron en las últimas semanas sumas colosales.
Esta es una pequeña cartografía de esta crisis inédita y de sus principales zonas de tensión, empezando por la deuda de las empresas.
Billones de euros en pérdidas
“Ningún crash se parece nunca a los anteriores, pero esta crisis no es en absoluto menos inédita, pues se trata verdaderamente de un golpe externo a los mercados”, explica Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac.
De media, las acciones mundiales perdieron un 30% de su valor, es decir “unos 27,6 billones de dólares como mínimo, pero ganaron unos cuatro billones de dólares desde el martes”, estima Daniel Morris, estratega senior en BNP Paribas Asset Management.
Bancos centrales al frente
Y ante una crisis extraordinaria, se imponen respuestas extraordinarias.
Los bancos centrales no solo pusieron unas cantidades vertiginosas sobre la mesa, sino que también terminaron con todo lo que pudiera impedirles actuar en todos los frentes.
Cuando la Fed eliminó la prohibición de comprar deuda de las empresas, el BCE se otorgó la posibilidad de comprar una enorme parte de la deuda italiana.
“Esto no tiene límites. La Fed puede incluso, a través de mecanismos financieros, comprar indirectamente préstamos estudiantiles”, subraya Eric Vanraes, gestor del banco suizo Eric Sturdza.
Esto permitió, además, imponer un poco de calma en el mercado de la deuda de los Estados.
Los gobiernos tampoco se quedaron atrás, y los países lanzaron planes de gran alcance para intentar hacer frente a las consecuencias económicas de la COVID-19.
La deuda de las empresas hace saltar las alarmas
Según la opinión general, el punto más crítico corresponde con el endeudamiento de las empresas. La bajada de los costes de los préstamos en los últimos años llevó a las empresas a pedir muchos préstamos. Sin embargo, la interrupción brutal de la actividad pone en peligro numerosas estructuras y hace que se disparen los tipos de interés.
Los bancos centrales vigilan de cerca la situación, pero todo el mundo teme una ola de degradación por parte las agencias de calificación.
Hay quien quiere creer que estas últimas “no se comportarán como pirómanas”, pero otros piensan que, después de haber sido acusadas de no haber sabido anticipar la crisis de 2008, “redoblarán esfuerzos”.
De hecho, Standard and Poor’s y Moody’s ya han empezado a bajar notas y perspectivas a diestro y siniestro, en particular en los sectores aéreo y automovilístico.
“Ángeles caídos”
La cuestión clave es saber cuántos grupos caerán en las categorías especulativas y se convertirán en lo que el mercado llama “ángeles caídos”, lo que llevaría a muchos inversores a darles la espalda por temor a una quiebra, entre otras razones.
Y es que algunos de ellos no pueden poseer los títulos, ya sea por razones reglamentarias o porque su política de inversiones no se lo permite, lo que podría conducir a movimientos de venta masivos.
En el último nivel antes de convertirse en “ángeles caídos”, hay varios grupos con calificación “BBB”: Pernod Ricard, Enel, Orange, Deutsche Telekom, Danone, Astra Zeneca o British Telecom.
El petróleo, en el abismo
El mercado del petróleo también ha sufrido mucho por esta crisis, que lastra la demanda de forma espectacular, empezando por el queroseno, pues decenas de miles de aviones están en tierra, provocando que el precio del crudo caiga.
Y mientras, en el lado de la oferta, Arabia Saudita lanzó una guerra de precios feroz, extrayendo petróleo a gran velocidad para inundar el mercado.
El dólar, la panacea actual
En la actualidad, la última panacea es el dólar. Y la Fed está trabajando para llenar el planeta de billetes verdes.
Si en el pico de pánico de mediados de marzo incluso el oro se debilitó levemente, desde entonces se ha recuperado y sigue siendo muy codiciado, como el franco suizo y el yen.
El tiempo es oro
“La cuestión del tiempo es importante”, recuerda Saint Georges. “El reto de los gobiernos que optaron por el confinamiento es que una recesión de dos meses no se transforme, a causa de las quiebras, en una recesión de dos años”.
“El PIB de Estados Unidos es de alrededor 22 billones de dólares, es decir, 1,8 billones de dólares al mes. Si la actividad económica disminuye un 25%, esto representará cerca de 500.000 millones de dólares al mes”, analiza Morris, suficiente para aguantar cuatro meses con el plan de apoyo que ha previsto Estados Unidos.
AFP
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