Los alumnos de la capital alemana vuelven hoy al cole y el coronavirus también. Por eso el Senado de Berlín ha establecido cuatro normas básicas que incluso los más pequeños pueden comprender y de fácil aplicación desde el primer día. La primera de ellas es el «uso de mascarillas en zonas comunes», una exigencia que a los chicos les choca bastante porque en la calle no es obligatorio.
Por ABC
Podrán establecerse excepciones a juicio de la dirección de cada centro, por ejemplo para casos en los que produzca ansiedad o alumnos con gafas, que tienden a empañarse. Estas excepciones serán establecidas teniendo en cuenta el número de alumnos en el aula y las posibilidades de distanciamiento añadido. En muchos colegios hay dispuestos ya expendedores de mascarillas y contendores especiales en las que depositar las mascarillas usadas después de cada jornada lectiva. Los tres primeros días de curso no se imparten asignaturas, sino que se dedicarán a un monográfico, cada clase con su tutor, para explicar bien las nuevas normas de funcionamiento y en qué ayuda cada una de ellas. Será en este tramo introductorio en el que los alumnos serán adiestrados sobre el correcto uso y manejo de las mascarillas.
La segunda norma es «caminar por la derecha». Esto significa que en los pasillos y patios se circula por la derecha, de manera que los que van no se cruzan frontalmente con los que vienen, siguiendo claro está la misma norma de distancia de metro y medio que rige en toda Alemania. «A mi juicio esta es la más difícil de cumplir», dice Nicole Bouletz, profesora de primaria, «los chicos llevan seis semanas sin verse, son amigos y les resulta extremadamente difícil cruzarse en un pasillo y no acercarse a saludarse, a abrazarse… yo he preparado varios juegos, les he propuesto que establezcan contraseñas gestuales creadas por ellos mismos para comunicarse en la distancia y les ha divertido bastante. Con un poco de práctica, seguramente en unos días lo habrán incorporado a sus rutinas».
La tercera de las normas es desinfectarse las manos en cada cambio de clase, que dura 45 ó 90 minutos. A tal efecto se han instalado dispensadores de gel desinfectante. En algunos colegios, como el Ana Frank, son los mismos alumnos los encargados por turnos de reponer las botellas de gel, igual que hay turnos para vaciar las papeleras o para borrar la pizarra. «Hacer a los niños partícipes de la responsabilidad les ayuda a tomar conciencia. Aunque son pequeños, habrá cada semana encargados de recordar a sus compañeros que guarden la distancia y que se desinfecten las manos», explica una madre de alumnos de 8 12 años.
Y la norma número cuatro obliga a «abrir las ventanas» también en cada cambio de clase y durante el tiempo destinado a la desinfección de manos. «Esta norma, como la anterior, debería aplicarse incluso aunque no padeciéramos una pandemia», dice el profesor Hans Bongers, «ahora que hace calor permanecen abiertas durante todo el día y a medida que refresque las iremos cerrando, pero para volverlas a abrir al final de cada clase».
Estas cuatro normas es lo que el sistema educativo pide a los alumnos para hacer posible un nuevo curso, pero las instituciones también hacen sus deberes. La clave para que los colegios no tengan que volver a cerrar es la disposición de test masivos para toda la población. Las personas que llegan a Berlín desde zonas de riesgo deben obligatoriamente someterse a un test gratuito y el resto puede hacerlo también de manera voluntaria y gratis, a cargo de la seguridad social y sin necesidad de estar sufriendo ningún síntoma. En los aeropuertos de Berlín hay puestos en los que se efectúa un test a todo el que lo pida, aunque las colas llegan a durar hasta dos horas, y el seguro médico ofrece citas para las personas que deseen el test en centros médicos. Una profesora del instituto Ludwiglust, en el norte de Alemania, que comenzó las clases el pasado lunes, dio positivo en uno de esos test voluntarios a la vuelta de vacaciones y, a pesar de que no había dado todavía clases, el centro ha sido cerrado hasta testar por completo al alumnado y cuerpo de profesores. Los resultados estarán listos mañana y el miércoles se retoman las clases.
Muchos centros están solicitando las cartillas de vacunación para controlar su estado y Berlín prepara una campaña de vacunas contra gripes que, si bien no son el coronavirus, sí pueden agravar el estado de un enfermo si coinciden con él en el mismo organismo.
La principal preocupación de los directores de colegios es la dificultad para contratar personal, puesto que han recibido fondos extraordinarios para hacer remodelaciones de los edificios que faciliten el distanciamiento y para contratar más profesores y limpiadores, pero el mercado laboral no cuenta con tanto personal docente como desearían sumar a sus filas.
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