Al principio, pensamos que era una gripe fuerte». Cuando su hermano Arnold empezó a toser y sentirse fatigado, Liliana Ricardo no imaginaba que el coronavirus había llegado a su vida y estaba a punto de cambiarla para siempre.
Por BBC
Arnold, de 58 años, y Liliana, de 54, vivían juntos en un apartamento en Cartagena, Colombia.
A comienzos de marzo Arnold empezó a encontrarse mal.
«Me ocupaba de cuidarlo, lo tumbaba, lo acariciaba, le masajeaba los pies, lo que fuera con tal de aliviarlo», le cuenta Liliana a BBC Mundo, recordando aquellos días.
Pero su amor fraterno no bastó. Arnold respiraba cada vez peor y tuvo que ser hospitalizado.
El 16 de marzo falleció.
Fue una de las primeras víctimas conocidas de la pandemia en Colombia, donde, hasta el 9 de abril, se habían confirmado 1780 casos de infección y 50 muertes, y ante lo cual el gobierno colombiano anunció que prolongará la cuarentena en vigor hasta el 26 de abril.
«Cuando recibí la noticia creí que me iba a volver loca», recuerda Liliana.
Las pruebas confirmaron que su hermano había contraído el coronavirus. Arnold, que sufría además hipertensión, no había podido superar la infección.
Al mismo tiempo que era enterrado sin presencia de ningún familiar, Liliana comenzaba su aislamiento en el apartamento de ambos.
El día después llegaron sus resultados: también positivo para ella.
Le tocaba afrontar sola y en duelo el aislamiento, pero eso no fue lo peor.
«La casera me pidió que me fuera»
Cuando supieron de la muerte de Arnold y que ella se había contagiado, algunos de sus vecinos comenzaron a intimidarla.
«La casera me llamó y me pidió que dejara la casa, porque amenazaban con echarla abajo».
Liliana dice que incluso llegaron a circular bulos en las redes sociales que afirmaban que su estado de salud era crítico.
Respiró aliviada cuando supo que las gestiones de un familiar habían logrado que la Policía empezara a vigilar la casa para prevenir un posible asalto.
Para entonces el coronavirus había empezado a dejarse notar.
Le subió la fiebre, y comenzaron los dolores musculares y unas molestias en la garganta.
Sola, encerrada y en duelo, Liliana dormía cada vez peor y sentía ansiedad, por lo que terminó por necesitar también tratamiento psiquiátrico.
Resistió.
«Los médicos me visitaban cada tres o cuatro días y yo seguí todos los consejos sobre la higiene y la medicación. Me ayudaba mucho saber que al ser seria con la limpieza y el aislamiento estaba segura de no contagiar a nadie».
Al final, a base de disciplina, entereza y vitamina C, se convirtió en una más de las 325.000 personas que se estima que se han curado de la covid-19 en el mundo.
«Nunca pensé que yo fuera a terminar como mi hermano. Al final, Dios me ha premiado por todo lo que cuidé de él».
Ahora los problemas no son de salud, sino de dinero. Arnold y ella vivían sobre todo de lo que él ganaba como taxista en la turística Cartagena.
Pero ha encontrado un apoyo inesperado.
«Ahora mis vecinos me ayudan»
«Mis vecinos cambiaron de actitud. Ahora me traen cosas del mercado y me ayudan en todo lo que pueden».
Su casera le ha dicho que puede quedarse en la casa y que no se preocupe por pagar el alquiler de momento.
Liliana extraña mucho a su hermano, pero ya hace planes para el futuro.
«Quiero ayudar a los médicos a concienciar a la gente de lo importante que es mantener la distancia y la limpieza para que ganemos esta batalla».
Incluso habiendo superado la enfermedad, sigue a rajatabla las instrucciones de las autoridades colombianas para frenar la propagación del coronavirus, pero le preocupa que no todos en su comunidad lo hacen.
«Mucha gente sale por la mañana y luego se encierra. No sé quién les ha dicho que el virus es nocturno», se pregunta.
Liliana sueña también con abrir en su comunidad un centro de belleza que cumpla con los estándares higiénicos que cree que se impondrán en el mundo del futuro.
«Me gustaría darle trabajo ahí a gente que ha perdido el suyo».
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.