Una tarde de finales de mayo, en un barrio de casas destartaladas y calles polvorientas del norte de Lima, se oía una voz a través de unos altavoces: “En costa, sierra y selva, Castillo presidente”. Los vecinos y los perros callejeros, encandilados por la musiquilla, se fueron congregando en una gran explanada. De repente, apareció un hombre vestido de agricultor, con un sombrero de palma y los brazos extendidos. Su presencia electrificó a los presentes.
Jacqueline Fowks | Juan Diego Quesada | El País
El candidato Pedro Castillo, un profesor rural con un discurso populista de izquierdas, convirtió sus mítines en las zonas más olvidadas del país en verdaderos acontecimientos. Ahora, después de un recuento de un mes que ha tenido en vilo a toda Latinoamérica, Castillo será el presidente de Perú. En [la] costa, [la] sierra y [la] selva. El miércoles se enfundará la banda presidencial en medio de una crisis económica y con el desafío de coser un país dividido tras las denuncias de fraude electoral de su rival, la derechista Keiko Fujimori. No hay pruebas de ese engaño, pero la desconfianza y el rencor que ha despertado esa acusación no se ha evaporado tras la decisión del tribunal electoral de declarar ganador a Castillo. Estos son los retos que enfrenta como presidente este maestro de escuela de 51 años.
Congreso
Desde ahí tendrá la oportunidad de gobernar el país, pero también de encontrar su tumba. Fujimori podría aglutinar a otras fuerzas para aplicarle la “incapacidad moral permanente”, una figura legal con la que se deshicieron anteriormente de dos presidentes, Pedro Pablo Kuczynski en 2018, y Martín Vizcarra en 2020. No hay una definición estricta del término, por lo que se utiliza para ejecutar mociones de censura encubiertas. La bancada de Perú Libre, el partido en el que Castillo es invitado, tiene 37 escaños —la primera fuerza, seguida por 24 del fujimorista Fuerza Popular— pero no tiene mayoría. Eso quiere decir que todas sus decisiones tendrán que ser consensuadas.
Algunos de los congresistas de Perú Libre son más afines a Vladimir Cerrón, el dueño del partido, que a Castillo. Cerrón es un exgobernador que fue apartado del cargo por corrupción. Su sueño era ser presidente, pero la justicia le cerró el paso. Por sus opiniones extremistas, su dogmatismo y aprecio hacia el castrismo o el chavismo, es un aliado incómodo para el profesor de escuela. La convivencia entre ambos no será sencilla. Cerrón pretende influir en las decisiones presidenciales con sus congresistas aliados. Lejos de mantenerse en un segundo plano, como le ha insinuado la gente de Castillo que sería conveniente, utiliza su cuenta de Twitter como un mazo. El enemigo puede que se oculte en casa. O fuera.
Para leer la nota completa, pulsa aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.