La conmoción tras el asesinato al embajador italiano en el Congo ha dado paso a las preguntas y a las polémicas que han salpicado también a distintos organismos de la ONU.
Ya ocurrió algo parecido en enero de 1993. Un levantamiento de tropas que se enfrentaban al dictador Mobutu Sese Seko (1965-1997) derivó en sangrientos choques en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo (RDC), y el embajador francés perdió la vida. Casi 30 largos años después ha sido el turno de Luca Attanasio (43 años), embajador italiano en el país, quien el lunes fue brutalmente asesinado tras caer víctima de una emboscada —en la que también fueron asesinados el carabinero Vittorio Iacovacci y el chófer Mustapha Milambo—, cuando transitaban por la carretera N2 a poca distancia de Goma (este), cerca de la frontera con Ruanda y del parque nacional de Virunga, el más antiguo de África.
Rápidamente, la conmoción ha dado paso a las preguntas —¿cómo pudo pasar?— y a las polémicas —¿de quién es la culpa?—, que han salpicado también a distintos organismos de la ONU, entre ellos el Programa Mundial de Alimentos (PMA), cuya delegación Attanasio acompañaba —en el marco de una visita a un programa de alimentación escolar— cuando tuvo lugar el ataque. Una primera respuesta: la decisión de declarar segura la ruta elegida por el convoy del PMA, donde finalmente se produjo el ataque. De hecho, en una nota difundida el lunes, el PMA sostuvo que “el ataque ocurrió en una carretera que previamente había sido autorizada para viajar sin escoltas de seguridad”, una versión que ‘a posteriori’ muchos han criticado con dureza por muchos motivos. Algunos: la presencia de más de 100 grupos armados en la zona, entre ellos las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), la Cooperativa para el Desarrollo del Congo (Codeco), las milicias hutu Nyatura, los Mai Mai, el M23 y el Estado Islámico en África Central (ISCA). En este contexto, tan solo en 2020, murieron más de 2.000 civiles en las provincias del noreste de este país, según una denuncia de la semana pasada del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
La ONU, cuestionada
En su declaración urgente de este jueves ante el Parlamento italiano, el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Luigi Di Maio, fue claro. Evitó la crítica directa al PMA, aunque subrayó que la misión de Attanasio respondía a “una invitación de la ONU, y por tanto también el recorrido del coche se realizó en el marco de la organización prevista por el PMA”.
Di Maio también explicó que el embajador había llegado previamente a la zona en un avión de la MONUSCO, la misión de la ONU en la República Democrática del Congo, y que el carabinero que acompañada a Attanasio, entrenado por un programa de adiestramiento de élite en Italia, tenía en dotación una pistola. No fue suficiente cuando se produjo el ataque, presuntamente llevado a cabo con armas ligeras y que empezó cuando el paso de los vehículos fue bloqueado por disparos en el aire y algunos obstáculos puestos en la ruta por la que transitaba el convoy.
Por ello, dijo Di Maio, “hemos pedido formalmente al PMA y a la ONU la apertura de una investigación para esclarecer qué pasó, las razones que justifican el dispositivo de seguridad aplicado y a quién incumbe la responsabilidad de esas decisiones», dijo Di Maio ante los diputados. «Hemos explicado que esperamos, lo más rápido posible, respuestas claras y exhaustivas», añadió sobre las circunstancias que le costaron la vida a su diplomático, asignado a Congo desde 2017, nombrado embajador en 2019 y muy comprometido con varios proyectos de ayuda a la población local.
Recortes con Trump
Pero no solo el PMA ha sido puesta en el punto de mira. También muy sonada ha sido la polémica contra MONUSCO, que desde 2010 opera con poco éxito en el intento de pacificar al país, a pesar de que tenga a su disposición unos 18.000 efectivos, entre ellos más de 12.000 soldados, y un presupuesto anual muy alto (1.154 millones de dólares en 2020-2021, según la última información publicado por la organización). En la actualidad, la misión está integrada principalmente por tropas y policías procedentes de Pakistán, India, Bangladés, Senegal y Egipto.
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