Cuba está preparada para ingresar a la era post-Castro con Raúl Castro debido a que renunciará como jefe del gobernante Partido Comunista en su congreso de esta semana, que también abordará la severa crisis económica de la isla, la respuesta pandémica y las señales de creciente disensión.
Castro, de 89 años, y su difunto hermano mayor Fidel han gobernado sucesivamente Cuba desde que encabezaron una revolución de 1959 que derrocó a un dictador respaldado por Estados Unidos e instaló un país dirigido por los comunistas a las puertas de Estados Unidos.
El congreso, que se lleva a cabo cada cinco años, es la reunión más importante del Partido Comunista en la que se elige a los líderes del partido y se establecen las pautas políticas. Raúl Castro dijo en el congreso de 2016 que sería el último liderado por la llamada «generación histórica» de veteranos revolucionarios.
No se espera que la nueva generación de líderes más jóvenes haga cambios radicales en el modelo socialista de partido único de Cuba. Pero estará bajo presión para llevar a cabo más reformas al estilo de mercado en la economía planificada centralmente y que sufre desde hace mucho tiempo, dijeron analistas cubanos.
El congreso del 16 al 19 de abril se produce en un momento en que los cubanos luchan contra el empeoramiento de la escasez generalizada de productos básicos, incluidos alimentos y medicinas, después de que una crisis de liquidez se agravó por el endurecimiento de las sanciones estadounidenses de décadas de antigüedad y la pandemia del coronavirus.
En la reunión se podrían dar pistas sobre el camino de la reforma que se avecina, dijeron los analistas. Pero muchos cubanos dicen que no tienen esperanzas de que cambie mucho en el corto plazo. Las pautas en torno a los primeros pasos para abrir la economía, anunciadas en 2011, solo se han implementado en un 70%, según el partido.
“Mucha de mi generación se siente frustrada con el ritmo del cambio”, dijo Jorge Quintana, de 35 años, un residente de La Habana en una cola de horas de detergente. “Muchos han emigrado en busca de un nuevo camino”.
Se espera que Castro entregue el liderazgo del Partido Comunista, el cargo más poderoso en la nación isleña de 11 millones, al protegido Miguel Díaz-Canel, de 60 años, quien en 2018 ya heredó la presidencia.
Díaz-Canel está bajo presión para entregar resultados para retener el apoyo porque no tiene la legitimidad moral de la generación histórica, dijeron los analistas.
Las reformas sociales de la última década, en particular la expansión del acceso a Internet, han fortalecido a la sociedad civil cubana. Últimamente han surgido pequeñas protestas en todo el país a pesar del estricto control de las autoridades sobre los espacios públicos.
Algunos disidentes en el país y en el extranjero dicen que ha llegado el momento de un cambio democrático y están instando al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, quien prometió durante su campaña electoral el año pasado aliviar las sanciones, a mantener la presión.
Cientos de delegados del partido elegidos por miembros con carnet discutirán la actualización del modelo económico de Cuba, así como otros asuntos como la “subversión ideológica” en línea y la pandemia, escribió el periódico del partido Granma en marzo.
Cuba, que se enorgullece de su atención médica, tiene una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más bajas de la región. También envió a miles de médicos para ayudar a otros países y tiene dos vacunas de cosecha propia en ensayos de fase tardía. Aún así, el congreso coincide con un momento de aumento de casos: más de 900 nuevas infecciones por día.
Sin embargo, la economía sigue siendo el principal desafío de Cuba, dijo Díaz-Canel según Granma.
La economía se contrajo un 11% el año pasado cuando la pandemia devastó el turismo. La crisis ya ha empujado al gobierno a reanudar las reformas económicas, sobre todo una dolorosa reforma monetaria.
“Los cambios económicos estratégicos se definieron en los dos congresos anteriores”, dijo el experto en Cuba Arturo López-Levy de la Universidad Holy Names en California. «Ahora se trata fundamentalmente de discutir cómo implementarlos».
Díaz-Canel ha buscado ganarse la confianza del partido con el eslogan de su gobierno “Somos continuidad”, dijo López-Levy.
Las divisiones del partido se derivan no tanto de una brecha generacional como del desacuerdo entre los reformadores y quienes temen que un menor control estatal de la economía signifique menos control político, dijo el exdiplomático y analista cubano Carlos Alzugaray.
Alzugaray dijo que espera que el congreso demuestre que el partido está preparado para tomar reformas más audaces, ampliamente respaldadas por economistas cubanos, que incluyan descentralizar la economía, otorgar mayor autonomía a las empresas estatales y permitir que el sector privado trabaje sin restricciones.
Raúl Castro, en tanto, se retiraría pero no desaparecería, dijo.
“Se quedará como una figura”, dijo Alzugaray. “El último puerto de apelación en caso de cualquier conflicto que pueda surgir”.
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