Una escasez de combustible atribuida a la Administración Trump ha convertido el llenado de un tanque en Cuba en una prueba incluso para un país acostumbrado a esperar.
Por ANDREA RODRIGUEZ y MICHAEL WEISSENSTEIN | The Associated Press
Alrededor de La Habana, los conductores pasan días buscando desesperadamente gasolina, llamando a amigos y actualizando grupos de chat en línea con avistamientos de diesel, combustible regular y de mayor octanaje en las estaciones de servicio. Las líneas de esta semana se han extendido por bloques con esperas de hasta cinco horas de duración. Los conductores se estacionan y apagan sus autos para esperar a la sombra y conversar con amigos mientras los autos pasan junto a las bombas a lo lejos.
Cada vez más, las estaciones de servicio se están agotando y la gente sigue esperando en la fila. Los conductores comenzaron a hacer fila afuera de las estaciones de servicio vacías con la esperanza de que un camión del monopolio de combustible estatal vendrá para llenar sus bombas.Los funcionarios cubanos culpan a la política estadounidense de sancionar a los barcos que traen productos derivados del petróleo de Venezuela, el principal aliado de Cuba y fuente de combustible altamente subsidiado durante dos décadas.
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, dijo el viernes que la administración Trump estaba llevando a cabo una campaña mundial para presionar a los proveedores y cargadores de combustible de Cuba en América del Sur, Europa y África del Norte.
“Estas acciones incluyen amenazas directas, persecución de compañías de transporte, presión contra los gobiernos donde los buques tanque están marcados o registrados y acciones contra compañías de seguros”, dijo. “Esta es una escalada que busca disuadir e intimidar, y crear dificultades adicionales para el pueblo cubano”.
Observadores externos dicen que la causa más amplia es la excesiva dependencia energética de Cuba de un solo aliado socialista cuya industria petrolera ha caído en caída libre. Cuba depende de Venezuela para aproximadamente el 60 por ciento de su consumo diario, según algunas estimaciones.
“Una vez más cometieron el gran error estratégico de poner todos sus huevos en una canasta”, dijo Jorge Piñón, un experto en energía y economía cubana y venezolana en la Universidad de Texas. “No aprendieron la lección de los años 80 cuando dependían de la Unión Soviética sin una póliza de seguro que los protegiera de los cambios políticos”.
Cualquiera sea la causa, el resultado es una escasez de energía que paraliza la economía ya floja de Cuba y obliga a las personas a pasar gran parte de su semana preocupándose por cómo moverse.
“Si no logro llenarme ahora, todo lo que tengo es suficiente para llegar a casa y estacionar mi auto”, dijo Karel Pérez, un empleado de un restaurante de 44 años.
Las líneas de gas interminables son solo el signo más visible de una crisis de combustible que ha llevado a recortes en el transporte público, los servicios públicos y todo tipo de negocios estatales en una de las últimas economías de planificación centralizada del mundo.
El servicio de trenes y autobuses se ha reducido, los empleados estatales trabajan medio día y se les pide a los agricultores que usen bueyes para tirar de los arados en lugar de conducir tractores. La policía ha sido enviada a paradas de autobús y estaciones de servicio para controlar las largas filas. A los empleados públicos con automóviles de propiedad estatal se les ha pedido que recojan a los autostopistas, una medida aplicada por los inspectores públicos que se vio por última vez durante el infame colapso económico conocido como el período especial después del colapso de la Unión Soviética. En términos más generales, el país ha estado sufriendo meses de escasez intermitente de productos básicos como jabón, detergente y, por un tiempo, pollo, debido a la falta de divisas para comprar bienes importados.
Los problemas con el transporte público se hicieron evidentes este mes, lo que provocó un descontento generalizado entre los cubanos. El 11 de septiembre, el presidente Miguel Díaz-Canel anunció que el país tuvo que reducir su uso de productos derivados del petróleo, particularmente diesel, debido a la escasez de camiones cisterna a los que atribuyó las sanciones de Estados Unidos. Desde entonces, las líneas de gas que se enrollan para bloques se han convertido en una característica del paisaje en La Habana y en todo el país.
El gobierno dice que la llegada de los petroleros en octubre debería aliviar un poco la situación, pero muchos cubanos siguen preocupados.
“Dado que el transporte público ha empeorado, trato de no salir y camino al trabajo”, dijo Jacqueline Pereira, una empleada estatal de 35 años. “La gente está tensa”.
AFP/ traducción de la Patilla
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