Para alguien que falleció hace casi tres siglos, Edward Colston se ha convertido en un símbolo del movimiento Black Lives Matter en Gran Bretaña.
El derribo de su estatua en Bristol, una ciudad en el suroeste de Inglaterra, el domingo a manos de manifestantes opuestos al racismo fue recibido con júbilo, un reconocimiento del hecho de que era un notorio comerciante de esclavos, un símbolo de vergüenza en una de las ciudades más liberales de Gran Bretaña.
Los manifestantes amarraron la estatua y luego la jalaron hasta derribarla. En tomas de video captadas momentos después de que se estrellara contra el suelo se veía a cientos, si no es que miles, de residentes extasiados.
Luego las imágenes en las redes sociales mostraron a algunos manifestantes que parecían colocar una rodilla sobre el cuello de la estatua durante ocho minutos, en un recordatorio de cómo murió George Floyd en Minneapolis el 25 de mayo. Posteriormente hicieron rodar la estatua hasta arrojarla al agua en el cercano puerto de Bristol, nuevamente con escenas de éxtasis.
La policía dijo que los agentes han abierto una investigación y buscan a aquellos que “cometieron un acto de daño criminal”.
El alcalde de Bristol Marvin Rees dijo que el retiro de la estatua provocaría opiniones “divididas”, pero añadió que era “importante escuchar a aquellos para los que la estatua representa una afrenta a la humanidad y hacen el legado actual sobre el futuro de nuestra ciudad, enfrentando el racismo y la desigualdad”.
La desaparición de la estatua conlleva un enorme simbolismo, sobre todo porque el puente desde donde fue arrojada al mar se llama Puente de Pero, en honor a Pero Jones, un esclavo que vivió y murió en la ciudad a finales del siglo XVIII.
Colston, nacido en 1636 en una rica familia de comerciantes, se involucró de manera destacada en la única compañía oficial de esclavos en Inglaterra en esa época, la Royal African Company. Bristol era un centro muy importante para esa actividad.
La compañía transportó a decenas de miles de africanos a través del Océano Atlántico, principalmente para trabajar en plantaciones de azúcar en el Mar Caribe y cultivar los campos de tabaco que florecían en la nueva colonia norteamericana de Virginia. Cada esclavo tenía las iniciales de la compañía marcadas en el pecho.
La estatua de Colston no fue el único monumento histórico en ser atacado por manifestantes.
En Londres, algunos inconformes pintarrajearon la estatua del exprimer ministro británico Winston Churchill, ubicada afuera del Parlamento, tachando su apellido y pintando la frase “era un racista debajo.