Para la gran mayoría de peruanos fue muy complicado dormir en la noche del domingo ante la incertidumbre y ansiedad que produce no saber aún el desenlace de las elecciones presidenciales más polarizadas y divididas de su reciente historia democrática.
Durante toda la madrugada muchos peruanos no pegaron ojo a la espera de las periódicas actualizaciones del escrutinio oficial de las elecciones que se disputan voto a voto la derechista Keiko Fujimori y el izquierdista Pedro Castillo.
Víctimas del insomnio causado por la ansiedad acumulada de dos meses de tensa y fratricida campaña electoral entre dos candidatos en los extremos del espectro político, miles de personas fueron testigos de cómo el recuento oficial de votos pone a los dos candidatos en un mano a mano no apto para cardíacos.
La batalla entre «libertad o comunismo», tal y como la había planteado la campaña fujimorista, sigue abierta y el final será de «foto finish», con una mitad del país votando en esencia contra el fujimorismo y la otra contra la izquierda.
Con menos del 10 % de votos aún por contar, la ventaja de Fujimori sobre Castillo se ha reducido a apenas 0,4 puntos, en un margen de un puñado de miles de votos que hacen imposible todavía declarar como ganador a ninguno de los dos contendientes.
EMOCIONES CONTENIDAS
Esto ha acallado los gritos de euforia y fuegos artificiales que lanzaron cerca de la medianoche en la capital Lima los partidarios de Fujimori, cuando el primer reporte oficial, con el 42 % de votos contabilizados, daba a la candidata del partido Fuerza Popular casi 6 puntos sobre su rival del izquierdista partido Perú Libre.
También han cesado las tímidas e irresponsables voces que gritaban fraude cuando ni siquiera había reportes del escrutinio oficial.
Sin apenas haber descansado, los peruanos han tratado de iniciar una nueva semana con una normalidad mientras la tensión y los nervios continúan en su interior.
En los quioscos, los titulares de la prensa recién salida de las imprentas tampoco se atrevían a anticipar nada.
«Compás de espera», titulaba en portada el diario El Comercio, que se acogía al cálculo del recuento rápido hecho por la encuestadora Ipsos, que le daba una ligerísima ventaja a Castillo del 50,2 % sobre el 49,8 % de Fujimori, lo que es un empate técnico ya que el margen de error era de 1 %.
«Empate técnico», refrendaba el diario La República, mientras que Correo decía «empatados» sin lograr resolver la gran inquietud que generan estas elecciones a la gran mayoría de la población.
La igualdad de la situación recuerda a la de hace cinco años, cuando en 2016 Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones presidenciales a la misma Keiko Fujimori por apenas 40.000 votos, en unos comicios donde no se supo el vencedor hasta varios días después de la votación.
DOS OPCIONES ANTAGÓNICAS
A diferencia de entonces, donde los dos candidatos eran de derecha, en esta ocasión los contendientes y sus proyectos políticos son en buena medida antagónicos, dos opciones radicalmente opuestas para asumir las riendas de Perú el próximo 28 de julio, día en que se conmemorarán los 200 años de la independencia del país.
Keiko es la hija y heredera política del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) y reivindica el legado de su padre, al que ha prometido indultar de la condena de prisión que cumple por delitos de lesa humanidad, mientras que Castillo es maestro en una escuela de los Andes, hijo de campesinos analfabetos y líder sindical del magisterio.
De ganar, la candidata de Fuerza Popular, que se postuló por tercera vez consecutiva a la Presidencia tras haber perdido en segunda vuelta en 2011 y 2016, eludiría durante el tiempo que dure su mandato una acusación de más de 30 años de prisión por presunto lavado de dinero en sus anteriores campañas electorales.
Asimismo, apuesta por continuar el modelo económico neoliberal implantado en su padre y que en los últimos años ha permitido a Perú crecer a pasos agigantados.
Al frente, Castillo refleja los anhelos de los sectores sociales de Perú más desfavorecidos y olvidados por las élites, particularmente las limeñas.
El candidato aboga así por un profundo reformismo con una Asamblea Constituyente que permita la nacionalización de recursos naturales, pues considera que el progreso de los últimos años solo benefició a las clases más ha acomodadas y resolvió la desigualdad ni las grandes brechas sociales.
Para ninguno de los dos la noche del domingo fue fácil, especialmente para Castillo, que viajó por carretera para llegar este lunes a Lima a esperar la resolución final frente a su rival, que de ganar sería la primera mujer en presidir Perú.
EFE
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