La ONU publica su informe mundial sobre sida e informa de más de 700.000 muertes y 1,7 millones de nuevos infectados en 2019 y llama a derribar las barreras legales y discriminatorias que dificultan el acceso de personas de riesgo a los servicios y tratamientos.
El mundo ha fracasado en cada uno de los diez objetivos de lucha contra el VIH que los países se fijaron hace cinco años y la causa no es la pandemia de covid-19. Según el informe del Día Mundial del Sida de la ONU, presentado este jueves, en 2019 se dieron casi 700.000 muertes por sida y unos 1,7 millones de nuevas infecciones, más del triple de las establecidas por las metas 2020 de lucha contra el VIH. En buena medida, ello responde a la gran cantidad de leyes y normas sociales que discriminan a los colectivos de más alto riesgo, conocidos como poblaciones clave, y dificultan su acceso a los servicios de VIH: desde legislaciones que criminalizan a los usuarios de drogas hasta la violencia sexual contra niñas y mujeres, pasando por la penalización de la homosexualidad.
El 62% de las nuevas infecciones se produjeron en poblaciones clave. Según ha explicado a EL PAÍS la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, los datos evidencian que no se está haciendo lo suficiente para abordar las causas del contagio en estos grupos. Y no es una mera cuestión de dinero. “El éxito de países y regiones concretas demuestran que es posible reducir las infecciones y las muertes. Si Botsuana, Esuatini y Tailandia han alcanzado los objetivos 90-90-90, ¿por qué no han de poder hacerlo países mayores, con más recursos y con gobiernos y sociedades civiles más fuertes?”
El progreso en África subsahariana y el Caribe se ha visto empañado por la expansión de la epidemia en América Latina, con un 21% más de nuevas infecciones entre 2010 y 2019; Europa del Este y Asia Central (72%), así como Oriente Medio y el norte de África (22%). Por ello, ONUSIDA llama a reformar las leyes que criminalizan a las poblaciones clave como los usuarios de drogas; reducir el estigma y la discriminación social; abordar la problemática entre las adolescentes y mujeres jóvenes africanas, y empoderar a las diversas poblaciones clave para que administren los servicios de VIH entre los miembros de su propio colectivo.
Cambiar las reglas
La organización, que prevé lanzar su nueva estrategia en 2021, apuesta por unos objetivos que sean mucho más específicos, adaptados a cada uno de los grupos de riesgo y que enfrenten los obstáculos sociales y de derechos humanos que le están dando alas al virus. En este caso, serían metas de cara a 2025 para facilitar el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU en 2030.
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