Desde el pasado viernes, grupos radicales llamaron a la ciudadanía a retar las restricciones impuestas por el gobierno de Pedro Sánchez para contener la COVID-19. Lo que inició como un simple desacato al confinamiento terminó en enfrentamiento con la policía y destrozos a los locales comerciales.
Madrid fue escenario de la barbarie durante el fin de semana, vidrieras rotas, contenedores de basura quemados y destrucción de los bienes públicos dejaron un saldo de 33 detenidos, 12 heridos y pérdidas de miles de euros.
El diario ABC constató los ataques contra las entidades bancarias.
«En una de ellas, el destrozo de un cajero pasaba a un segundo plano al advertir la pintada sobre el mismo: «Govierno asesino». La perplejidad era latente, tanta, que en la mente de los transeúntes que miraban estupefactos se podía apreciar el ya célebre «emosido engañado». «Y tanto que “emosido engañado”, pero no por el virus ni las restricciones, sino por unos niñatos que rompen todo mientras piden libertad», resolvía un joven, en la misma horquilla de edad que sus coetáneos agitadores».
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