Cuando Elsy Amparo Cuaspud recorrió las estrechas calles del pequeño municipio de Cumbal, Nariño, y no halló respuestas sobre el paradero de su pequeña hija de 11 años, pensó que a la niña se la había tragado la tierra.
Por EL TIEMPO
Al mediodía del lunes 19 de octubre del 2020, la niña salió con su prima de 14 años para la casa de su abuela, a unas cuantas casas de su hogar. Ahí estuvieron por unas horas, pero se les perdió el rastro cuando la abuela tuvo que dejarlas solas debido a que fue al hospital por una calamidad de un familiar.
A las siete de la noche, la familia de las niñas recorría cada rincón de Cumbal, un pueblo clavado entre las montañas nariñenses, rodeado del volcán que lleva el mismo nombre y en frontera con el Ecuador.
También se encontraron con los allegados de otra niña de 14 años que tampoco aparecía. En el pueblo nadie naba razón de ellas.
La Policía les señaló que solo se podía dar como desaparecidas a las menores tras 72 sin conocer sobre su paradero. Así que su búsqueda se centró en llamar a conocidos y lanzar la alerta por redes sociales.
La preocupación era grande. Este año en Nariño han sido reportadas como desaparecidas 138 personas, según el Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda. Este territorio fronterizo, además, es merodeado por bandas criminales que buscan imponer su ley.
Contactos por redes sociales
La misteriosa desaparición también empezó a ser indagada por la alcaldía del municipio de Cumbal. Hasta allí llegaron dos compañeros del colegio de las niñas mayores.
Según Segundo Alpala, secretario de Gobierno de Cumbal, los menores contaron que conocían que una de las niñas mantenía contacto con supuestos adolescentes en Ecuador.
De hecho, la familia al acceder a las cuentas de redes sociales (Facebook y WhatsApp) de la niña halló conversaciones con jóvenes que decían vivir en Quito, capital de Ecuador.
En estas conversaciones estarían persuadiendo a la niña para que fuera a conocerlos a Quito. Supuestamente, allí la ayudarían a que no le faltara nada y le servirían de guías en la ciudad, para que la conociera.“La niña mayor habría dicho que se iba a ver al novio, a quien conoció por redes sociales y supuestamente vivía en Quito. Físicamente no lo conocía. Le mandaban fotos falsas de niños bonitos. La menor estaba ilusionada”, señaló una de las madres de las desaparecidas.
El coronel Nelson Parrado, comandante de la Policía de Nariño, informó que se estableció que las menores fueron contactadas por redes sociales por un hombre que embaucó a una de las niñas y le convenció para que fueran novios.
Los rastros dejados
Según la mamá de una de las niñas desaparecidas, se estableció que la menor que quería conocer a su supuesto novio en Quito convenció a su amiga, de la misma edad, para cruzar la frontera e ir hasta el Ecuador.
Esta niña, quien estaba con su prima de once años, accedió también ilusionada por lo que le escribían a su amiga por redes sociales, por lo que las tres salieron de la casa de la abuela de las menores con rumbo a la frontera.
Caminaron por tres horas hasta llegar a un punto conocido como Puente de Sierra, donde preguntaron cómo podían pasar a Ecuador. Y lo consiguieron.
La niña que había convencido a sus amigas tenía algún dinero que tomó a escondidas de sus padres. Se cree que tomaron vehículos para ir avanzando en su camino, pues de Cumbal a Quito son cerca de 6 horas en carro.
En su periplo pasaron por la ciudad de Tulcán y, según la madre, luego de pedir ayuda para hallarlas, algunas personas les dijeron que las habían visto caminando por San Gabriel, en la provincia ecuatoriana de Carchi.
Una vez llegaron a Quito, las niñas empezaron a deambular por las calles de esta capital. Su andar errante llamó la atención de policías, quienes descubrieron que se trataba de las niñas desaparecidas en Colombia.
Las menores fueron halladas en la tarde de este martes 20 de octubre y retornadas al país en la madrugada de este miércoles.
De acuerdo con las autoridades, se está indagando si las niñas fueron víctimas de bandas que se hacen pasar como niños para engañarlas y aprovecharse de ellas; es decir, tráfico de personas.
Hace un mes, desde un teléfono con número ecuatoriano, una niña colombiana fue engañada por una persona que se hacía pasar como la artista Karol Sevilla en la red social TikTok y luego por WhatsApp pretendía abusar sexualmente de la menor.
La madre de una de las niñas en Nariño señaló que este caso es una nueva advertencia de los peligros de las redes sociales, por lo que ruega a otros padres de familia estar atentos a los usos que los jóvenes les dan a estas herramientas.
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