La economía ucraniana muestra un crecimiento mejor de lo esperado al adaptarse a las condiciones de la guerra tras el desplome sufrido al comienzo de la invasión rusa a gran escala, aunque su futuro parece incierto, ya que una serie de desafíos ponen en peligro una mayor recuperación.
Rostyslav Averchuk / EFE
Tras contraerse casi un 30 % en 2022, la economía de la nación invadida creció un 5,3 % en 2023, según reveló su Oficina de Estadística a principios de esta semana. La cifra superó las previsiones, pero apenas refleja la complejidad de hacer negocios en medio de la guerra.
«¡Vive aquí y ahora!», reza un cartel sobre la entrada de una pequeña tienda en el centro de Leópolis. Ante la abrumadora incertidumbre sobre el futuro, a muchos ucranianos no les queda más remedio que seguir ese consejo.
Negocios y guerra
La vida de Lerane Jaibulaieva, fundadora de la cafetería «Patio crimeo», situada justo al lado, ha dado ya un par de giros bruscos a causa de la guerra. Tártara de Crimea, tuvo que huir de su península natal después de que Rusia se la anexionara en 2014 y lanzara represiones contra la minoría, cuenta a EFE.
Pronto abrió una cafetería cerca de Kiev, en Irpin, que se convirtió en su forma de popularizar la cultura tártara de Crimea. Sin embargo, Jaibulaieva tuvo que huir de nuevo cuando Rusia destruyó gran parte de Irpin al intentar capturar la capital.
Al principio, carecía de fondos para reactivar su negocio en Leópolis, a unos 1.000 kilómetros de la línea del frente. Tuvo que abortar su segundo intento después de que Rusia provocara cortes de electricidad al atacar el sistema energético del país.
La empresaria no podía permitirse un generador de energía autónomo mientras su marido, soldado, estaba herido y necesitaba más atención.
El tercer intento dio resultado hace unos meses y la cafetería se ha convertido en un éxito tanto entre los residentes como entre muchos visitantes de esta ciudad fronteriza.
Sin embargo, la propietaria tiene dificultades para encontrar empleados en medio del éxodo de población y los desequilibrios del mercado. Los costes de equipamiento y de otro tipo también han ido en aumento, con muchas instalaciones de producción destruidas en el este del país y la logística interrumpida.
«Todo emprendedor ucraniano tiene que hacer malabarismos cada día para sobrevivir», afirma Jaibulaieva.
Un 2024 plagado de riesgos
El 64 % de los altos directivos son más pesimistas en 2024 de lo que lo eran en 2023, según una encuesta realizada en marzo por la Asociación Empresarial Europea de Ucrania.
«Las principales razones incluyen la situación militar, la movilización, así como los retrasos y la incertidumbre en torno a la ayuda internacional», explica su directora general, Anna Derevianko.
Los nuevos ataques rusos con misiles y drones contra la infraestructura energética se están convirtiendo rápidamente en una gran preocupación. Es probable que Ucrania sufra cortes de electricidad en todo el país a más tardar ya en julio y agosto debido a los enormes daños sufridos por las centrales térmicas e hidroeléctricas, advierten los expertos en energía.
Aunque mejor preparadas que en 2022, muchas empresas aún pueden verse duramente afectadas.
Además, aunque Ucrania va camino de recibir en marzo el equivalente a la cifra récord de 8.300 millones de euros de ayuda financiera, su continuidad también sigue siendo motivo de preocupación. El país aún necesita 7.500 millones de euros para financiar sus gastos en 2024, según el Centro de Estrategia Económica.
Esta ayuda es crucial, ya que el gobierno sólo cubre la mitad de sus gastos por sí solo. Gran parte de su industria pesada en el este se ha perdido a causa de los ataques o la ocupación rusos, mientras que las economías de ciudades en la línea del frente, como Járkiv, siguen asfixiadas.
Sin ayuda suficiente, Ucrania tendrá que recurrir a la impresión de dinero o retrasar el pago de salarios y pensiones, lo que perjudicará aún más la economía, advierten diversos analistas.
El actual bloqueo de la frontera del país con Polonia, su ruta comercial más segura en medio de los ataques rusos a sus puertos, también cuesta millones de euros al mes a las grandes empresas y afecta a pequeños emprendedores como Jaibulaieva.
A pesar de todo, la dueña del café permanece estoica y espera que la próxima vez que se mude a cualquier lugar sea a una Crimea liberada.
«Gracias a nuestros defensores, podemos y deberíamos planificar el futuro de nuestros negocios. Aunque al final sea diferente de lo que imaginamos que vaya a ser», subraya.
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