En un hecho sin precedentes en la historia de las relaciones entre los dos países, la Fiscalía de Estados Unidos ha levantado los cargos de narcotráfico que había formulado contra el exsecretario de la Defensa Nacional de México, general Salvador Cienfuegos Zepeda, devolviéndole a su país luego de un mes y dos días de detención. La teoría que más se repite a los dos lados de la frontera para explicar este proceder es que de esta manera el presidente Donald Trump le paga a su colega Andrés Manuel López Obrador su decisión de no reconocer la victoria electoral de su rival demócrata Joe Biden. Una mano lava la otra y un favor se paga con otro favor. Pero esa no es la única hipótesis ni la más preocupante.
Pedro Benítez –ALnavío
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su canciller Marcelo Ebrard se anotaron un triunfo político en toda línea con la decisión de la Fiscalía de Estados Unidos de retirar los cargos por narcotráfico que había formulado contra el exsecretario de la Defensa Nacional de México, general Salvador Cienfuegos Zepeda.
La detención de este general de cuatro estrellas el pasado 15 de octubre por funcionarios de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), en el aeropuerto internacional de Los Ángeles, sacudió todo el sistema político mexicano. El titular de la secretaría de la Defensa Nacional es el mando militar más importante del país luego del presidente.
El Tribunal Federal del Distrito Este de Nueva York le imputó tres cargos por narcotráfico y otro por lavado de dinero. Se le acusaba por presuntamente haber recibido sobornos mientras estaba al frente de su alta responsabilidad, entre los años 2012 y 2018, de un cartel que operaba entre los estados de Nayarit y Sinaloa, y las ciudades de Los Ángeles, Las Vegas y Nueva York.
Las implicaciones de este suceso para la estabilidad institucional de México y para las relaciones con Estados Unidos eran gravísimas. Para López Obrador constituía un duro revés a su política interna, pues desde que llegó al poder en diciembre de 2018 le había dado crecientes responsabilidades y tareas al Ejército mexicano. Ha sido un secreto a voces el profundo malestar que en la institución militar provocó la detención del general Cienfuegos Zepeda y la débil defensa que AMLO inicialmente le dio.
De paso, la agencia antinarcóticos estadounidense no había informado a sus pares mexicanos que estaba detrás del general. Una señal de desconfianza muy clara por parte de la DEA a quien se supone es su aliado.
Pero el pasado 17 de noviembre el general Cienfuegos quedó libre cuando la Fiscalía de Estados Unidos desestimó los cargos en su contra como parte de un acuerdo con la Fiscalía de México, según se informó en un comunicado conjunto de las dos instituciones alegando razones de política exterior y manifestando que el caso podría continuar en México.
Este es un incidente que no tiene precedentes en la relación entre los dos países. Que fiscales del Departamento de Justicia retiren cargos por narcotráfico por razones políticas con el proceso judicial en curso es una potestad del presidente de Estados Unidos, pero eso nunca había ocurrido hasta ahora.
Según ha trascendido, esto ha sido a solicitud del gobierno mexicano. Pero la decisión no la tomó ni la DEA ni el Departamento de Justicia. La decisión final de pedir al juzgado desestimar el caso sólo la pudo tomar una persona: el presidente Donald Trump.
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