La Casa Blanca tiene probado que Israel montó una operación secreta para atacar a Hezbolá en El Líbano a través de miles de beepers (localizadores) que estallaron en simultáneo y ahora despliega un profundo movimiento diplomático para contener la réplica terrorista que prepara Irán junto a sus aliados en Siria, Gaza, Irak, Jordania, Cisjordania y Yemen. A pocos meses de los comicios presidenciales, Joe Biden trata de evitar un conflicto total en Medio Oriente que complique la carrera electoral de Kamala Harris.
Estados Unidos “no estuvo involucrado en el ataque en el Líbano”, sostuvo Matthew Miller, portavoz del Departamento de Estado.
Esta declaración de Miller se ajusta a la hoja de ruta de Biden para la región. El Presidente de Estados Unidos no quiere una guerra completa -como en 1967 o 1973-, y mueve a todos sus funcionarios de confianza para aplacar las tensiones entre Israel y sus enemigos de siempre.
Hace 48 horas, Amos Hochstein -enviado especial de Biden para el Líbano- se reunió con Benjamín Netanyahu para ratificar la posición geopolítica de la administración demócrata: hay desescalar el conflicto con Hezbollah y apostar a la vía diplomática para lograr un cese del fuego con Hamas que permita liberar a los rehenes, sostuvo Hochstein frente al primer ministro israelí.
Netanyahu contestó a Hochstein que tenía un plan para enfrentar al grupo terrorista, y cuando terminó ese cónclave en Tel Aviv un reporte oficial confirmaba que Israel se aprestaba a atacar a Hezbollah en territorio libanés.
“El Gabinete de Seguridad ha actualizado los objetivos de la guerra para incluir lo siguiente: devolver a los residentes del norte a sus hogares de manera segura. Israel seguirá actuando para implementar este objetivo”, sostiene ese comunicado de la Oficina de Prensa de Netanyahu.
Y el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, completó: “La única manera que queda para que los residentes del norte regresen a sus hogares es mediante la acción militar”.
En este contexto, a las 15.30 (hora de El Líbano), un mensaje ingresó en 3.000 beepers importados de Taiwan para uso exclusivo de militantes y oficiales de Hezbollah. Ese mensaje activó un explosivo de 30 gramos que recubría la batería de los localizadores entregados por la empresa Gold Apollo a los responsables de la logística de la organización terrorista.
El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, había ordenado a su tropa y oficiales al mando que abandonaran sus celulares por temor a la inteligencia israelí que podía geolocalizar las llamadas y ordenar un ataque inminente.
Todos cumplieron la instrucción de Nasrallah, pero la Mossad replicó con una operación que conmovió a Medio Oriente. Es la primera vez que usa una herramienta tecnológica para coronar un ataque masivo sobre 3.000 blancos.
Anoche en el Líbano, Siria e Irak se reenviaba un audio que permite calibrar el impacto del ataque de Israel sobre Hezbollah.
“Todos los que hayan recibido un beeper nuevo, tírenlo”, ordenaba esa grabación a los fedayines del grupo armado por Teherán.
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