La segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Perú entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori pondrá frente a frente a dos visiones radicalmente opuestas de Perú y del modelo de Estado, una antagónica dupla de la que saldrá el próximo jefe o jefa de Estado para gobernar el país los próximos cinco años.
Acostumbrados los peruanos a votar en segunda vuelta por «el mal menor», esta vez el reto es para muchos más doloroso, pues prácticamente cuatro de cada cinco electores no votó por ninguno de los dos en primera vuelta y consideran que, gane quien gane, habrá consecuencias indeseables.
Entre Castillo y Fujimori hay cinco grandes rasgos propios que orientarán el sentido del voto de los peruanos.
1.- CARA NUEVA O VIEJA CONOCIDA
Desde su humilde provincia andina de Chota, Castillo, un maestro de escuela rural y líder sindicalista, llegó a la segunda vuelta impulsado por el voto izquierdista conservador del campo andino, cansado como buena parte del país de la política tradicional y la corrupción sistémica en el aparato estatal.
Fujimori, hija y heredera política de expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), personifica la política que aborrece Castillo y además es percibida por muchos como la causante directa de la enorme inestabilidad política vivida en Perú en los últimos cinco años después de que no reconociese su derrota electoral en 2016.
La candidata del partido de derecha autoritaria Fuerza Popular también representa la corrupción que pesa como una lacra sobre el país, pues ha sido imputada por presunto lavado de dinero en sus anteriores campañas electorales, lo que le llevó a prisión preventiva durante 15 meses entre 2018 y 2020.
2.- ESTATISMO O MERCANTILISMO
Como candidato de Perú Libre, un partido socialista y marxista, Castillo aboga por un control del Estado sobre la economía y, para atender las necesidades de la población, habla abiertamente de nacionalizar empresas y exigir más impuestos a las compañías extranjeras que explotan los recursos naturales.
Fujimori es defensora a ultranza de la economía de mercado practicada en Perú como un dogma desde el mandato de su padre, con una intervención mínima del Estado y enfocada en poner la menos trabas y reglas posibles a la inversión privada con la idea de que esta sea principal fuente de trabajo e ingresos de la población.
Es la permanencia de este modelo lo que está en juego, pues si bien ha reducido notablemente la pobreza en los últimos 30 años, no ha reducido las desigualdades.
Así lo ven mayoritariamente las comunidades rurales como las de Castillo, donde están las minas o yacimientos petrolíferos en los que se instalan empresas extranjeras de las que no perciben un beneficio directo de su presencia, pues muchas veces el canon pagado por esas compañías es malgastado por las autoridades locales.
3.- NUEVA CONSTITUCIÓN O CONSTITUCIÓN DE FUJIMORI
Castillo aboga por hacer una nueva Constitución que siente las bases de una nueva organización del Estado y reemplazar la vigente, implantada en 1993 tras un referéndum propiciado por el «autogolpe» protagonizado por Alberto Fujimori donde disolvió el Parlamento e intervino la Fiscalía, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional.
Para Castillo esa carta magna es la responsable de que en los últimos años se hayan perpetuado las desigualdades entre las clases altas y las más bajas, mientras que para Keiko Fujimori es innegociable la persistencia de la Constitución al considerar que fue responsable del crecimiento económico sin precedentes en la historia del país de los últimos 15 años.
Ambos parecen coincidir bastante en una eventual salida de Perú del Pacto de José y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, pues los dos han dado declaraciones en ese sentido.
4.- VLADIMIR O VLADIMIRO
Detrás de Castillo está muy visible el rostro del fundador y secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, que fue suspendido como gobernador de la céntrica región de Junín tras ser condenado a 4 años y 8 meses de prisión, una sentencia que ha recurrido a la Corte Suprema.
Cerrón fue condenado por negociación incompatible y aprovechamiento del cargo en una obra de saneamiento donde pagó 47.000 soles (unos 13.000 dólares) a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), cuando la Fiscalía consideró que su valor debía haber sido de 40.000 soles (11.000 dólares).
Al volver a exaltar el legado de su padre en pacificar el país y sentar la senda del crecimiento económico, Keiko Fujimori también carga la pesada mochila de los delitos de lesa humanidad y corrupción por los que fue condenado a 25 años de prisión, en los que jugó un papel clave su superasesor Vladimiro Montesinos.
Actualmente Montesinos está en prisión cumpliendo condena por una multimillonaria malversación de fondos públicos en numerosos actos de corrupción como la compra de la línea editorial de diarios, de congresistas opositores, así como tráfico de armas.
5.- ANTAURO O FUJIMORI
Al inicio de esta campaña, Castillo se mostró favorable a indultar a Antauro Humala, el hermano del expresidente Ollanta Humala (2011-2016) que está a punto de purgar una condena de 19 años de cárcel por el asesinato de cuatro policías durante el Andahuaylazo, un frustrado levantamiento militar de inspiración izquierdista, nacionalista y rural, contra el Gobierno del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006).
Keiko anticipó que indultará a su padre haciendo uso de la prerrogativa extraordinaria que tiene el presidente, pese a que se había opuesto a ella cuando lo hizo Pedro Pablo Kuczynski en 2017, un indulto que luego fue anulado por la Justicia por irregularidades.
A Alberto Fujimori, de 82 años y con diversos males crónicos propios de su avanzada edad, le quedan por cumplir unos doce años de cárcel, por lo que no saldría en libertad hasta 2033, cuando tuviera 95 años, pero las familias de las matanzas de las que fue autor mediato (con dominio del hecho) se oponen a cualquier concesión.
EFE
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