Cuando en las ciudades de América Latina se da un aumento del calor promedio, la productividad de los trabajadores se reduce y ellos reciben salarios más bajos. Así lo demuestra un estudio del Banco Mundial incluído en el reporte denominado “Prosperar: hacer que las ciudades estén preparadas para el clima”.
Este trabajo, presentado en Washington, D.C., analiza datos de más de 10.000 ciudades y las califica entre pequeñas, medianas y grandes y pertenecientes a países de ingresos altos, medios-altos y bajos o medios-bajos. Asegura que así como las urbes son “motores de la prosperidad”, también contribuyen al cambio climático al generar cerca del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Las que más generan son las de los países de altos ingresos (el 86% de las emisiones).
“Entre 1970 y 2021, la cantidad de personas que vivían en las ciudades creció de 1.190 millones a 4.460 millones, y la temperatura de la superficie de la Tierra aumentó 1,19 °C por encima del nivel preindustrial”, asegura el trabajo, que concluye que de cualquier manera las ciudades también deberán ser parte de la solución para la crisis climática, dado que el 70% de la población mundial vivirá en ellas para el año 2050.
A la vez, el trabajo destaca que las ciudades de los países de ingreso bajo y medio bajo son las más expuestas. El trabajo realizó un índice que combina proyecciones de seis peligros: inundaciones, estrés térmico, ciclones tropicales, aumento del nivel del mar, estrés hídrico e incendios forestales. En las urbes que integran países de ingresos bajos y medios bajos, es donde están los mayores riesgos.
Más calor, menos ingresos en América Latina
El reporte del Banco Mundial incluye un documento que evalúa los efectos de las altas temperaturas en la productividad laboral en ciudades de ochos países de América Latina y El Caribe. Para desarrollar el análisis, se consideró que un día es caluroso si el promedio de la temperatura supera los 35°C.
El estudio encontró que “tanto los días calurosos como las altas temperaturas reducen la productividad laboral de los trabajadores, medida por los salarios”. Los investigadores sostienen que “si el número de días calurosos en una ciudad templada como Medellín aumenta 1% al año, los salarios promedio caerían un 0,8 por ciento.
“En promedio, un aumento de temperatura anual de 1°C está asociado con una disminución del 1% en los salarios”, dice el trabajo. El efecto de los días calurosos es particularmente fuerte en países con climas más cálidos como Colombia, México, Panamá y Perú.
El impacto del calor no es igual en todos los grupós analizados. Los trabajadores más jóvenes son más afectados que los mayores, seguramente sea por las disparidades en las condiciones y sectores de trabajo. El impacto del calentamiento global también afecta más a los trabajadores menos calificados y a los privados que a los públicos.
Un estudio presentado por la Organización Internacional del Trabajo este mes en Doha llega a conclusiones similares. “Estimamos que 2% del total de horas de trabajo en todo el mundo se perderá cada año, ya sea porque hace demasiado calor para trabajar o porque los trabajadores tienen que trabajar a un ritmo más lento”, dijo Ruba Jaradat, directora de la OIT para los Estados árabes, al presentar el informe.
En 2030, estima la OIT, el aumento del calor llevará a que la cantidad de horas de trabajo en el mundo se reduzcan 2,2% lo que puede reportar una caída en el producto bruto mundial de 2,4 billones de dólares.
El mensaje de la alcaldesa de Bogotá a Petro por el metro
Una de las panelistas que participó de la presentación del trabajo del Banco Mundial fue la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Al analizar los retos de Bogotá respecto a los cambios para transformarse en una ciudad más verde, López dijo que su ciudad ha tenido que “enfrentar muchas presiones, cambios y crisis al mismo tiempo”, entre las que enumeró el desempleo, las movilizaciiones sociales y el cambio político que implicó la victoria nacional del izquierdista Gustavo Petro, que a su entender “obstaculizó” acciones como el avance en tener un metro para la ciudad.
“La polarización e hiper ideologización de las cosas (se soluciona) con conocimiento científico. No hay idologías en una buena planeación ecológica y limpia del transporte multimodal. Tenemos un ejemplo de eso en Bogotá. Durante 20 años se habló del sistema de Metro. Si tenía que ser subterráneo o en la superficie. Eso postergó los planes de construcción por 20 años”, dijo López.
La alcaldesa avanza con el proyecto de un metro en la superficie, pero el gobierno de Petro pretendía que se paralizaran las obras para que el proyecto fuese subterráneo, al punto que su gobierno amenazó con cortar los fondos nacionales si no se cambiaba el diseño.
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