Los talibanes prometieron que, si volvían al poder, respetarían los derechos humanos, en particular de las mujeres, conforme a los “valores islámicos”. Pero en las zonas recién conquistadas, han sido acusados de atrocidades. Y en Kabul, el cambio de régimen ya comenzó a reflejarse en el trato hacia las periodistas extranjeras.
En las últimas horas se viralizaron las imágenes que mostraron a corresponsables como Clarissa Ward, de la cadena estadounidense CNN, o Charlotte Bellis, de la televisión catarí Al Jazeera, mientras reportaban desde las calles de la capital afgana vistiendo el hiyab, un tipo de velo que cubre al menos la cabeza y el pecho y deja el rostro al descubierto.
La imagen llamó la atención de miles de usuarios ya que, apenas unas horas antes, las periodistas podían reportar sin la necesidad de usar el velo y estaban vestidas con prendas occidentales.
“Se ven muchas menos mujeres y muchos más burkas en la calle hoy”, comentó Ward, quien además fue obligada por los talibanes a hacerse a un lado por el hecho de ser mujer.
La situación es incluso peor para las periodistas afganas. Aaisha, una conocida presentadora y periodista afgana, dijo en una entrevista a The Guardian que ha visto cómo los esfuerzos de su vida se desmoronan en lo que parecieron segundos.
“Durante muchos años, trabajé como periodista para alzar la voz de los afganos, especialmente de las mujeres afganas, pero ahora nuestra identidad está siendo destruida y no hemos hecho nada para merecer esto”, comentó.
“En las últimas 24 horas, nuestras vidas han cambiado, hemos estado confinados en nuestros hogares y la muerte nos amenaza en todo momento”, dijo.
Las mujeres periodistas afganas reciben constantemente amenazas de muerte de los talibanes y de otras personas que están de acuerdo en que las mujeres no deben ser tratadas como iguales.
Otra de las mujeres, la cual usó el nombre de Fereyba, recordó el momento exacto en el que escuchó que los talibanes estaban entrando por las puertas de Kabul.
“Estaba fuera de casa y acabo de recibir una llamada de mi hermano que me decía ‘¿Dónde estás? Tienes que irte a casa ahora mismo’, fue muy aterrador. No puedes imaginar la imagen de las personas y los ojos, y los rostros y las expresiones”, contó.
Con la voz ahogada, dijo que los informes de mujeres y niñas golpeadas, tomadas por la fuerza como esposas y violadas la dejaron en pánico de que este pronto podría ser su destino.
“Primero estoy preocupada por mí misma porque soy una mujer, y también una mujer periodista”, dijo. “En las provincias se llevaron a algunas niñas y las usaron como esclavas”.
Para Aisha Khurram, de 22 años, que representó a la juventud afgana ante las Naciones Unidas y que iba a graduarse de la Universidad de Kabul en los próximos meses, la victoria de los talibanes del domingo “ha destrozado nuestras almas y nuestras mentes”.
Afganistán ya era en 2011 el peor país donde una mujer podía vivir, según una encuesta de la fundación Thomson Reuters, y ahora todo indica que la situación para ellas solo va a empeorar.
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