¿Qué le debe la izquierda española al régimen chavista? Una sucesión de acontecimientos lleva a pensar que al Gobierno de Sánchez e Iglesias algún pertinaz cordón umbilical debe de unirle a la dictadura de Maduro; de lo contrario no se explican los vergonzantes disparates que está protagonizando Moncloa en relación con Venezuela. De una parte, la indecorosa decisión de Pedro Sánchez de ningunear hoy al presidente encargado Juan Guaidó, quien recala en Madrid tras una gira en la que ha sido recibido por varios mandatarios, como el presidente de Francia o los cancilleres de Austria y Alemania. Y de otra la trapisonda de Ábalos, que no puede seguir un día más como ministro, tanto por la gravedad que reviste su opaco encuentro con la número dos de Maduro -una de las figuras del régimen sancionadas por la Unión Europea por violación de los derechos humanos- como por el hecho de haberse enredado en un laberinto de mentiras que le descalifican para ejercer un cargo público.
POR EL DIARIO EL MUNDO DE ESPAÑA
Después de negarlo, Ábalos tuvo que admitir ayer que en la madrugada del pasado lunes se reunió «de forma fortuita» con la vicepresidenta chavista Delcy Rodríguez en el avión que la trajo a Madrid desde Caracas. El ministro fue cambiando las versiones sobre la marcha, tras quedar en evidencia su engaño. Incapaz de explicar el episodio, sostuvo que acudió, a unas horas tan intempestivas, para saludar al ministro de Turismo venezolano, viejo amigo suyo, cuando con él ya estaba previsto un encuentro horas después. A Ábalos le desmintió su última versión hasta la Policía, que sostiene que la entrevista no fue «casual», sino que el ministro operó para evitar que Rodríguez entrara a España. La número dos del Gobierno bolivariano tiene prohibido pisar suelo comunitario. Y España está obligada a cumplir las sanciones de la UE. Si se confirmara que Rodríguez no estuvo las 14 horas que tardó en despegar su avión hacia Estambul dentro de la aeronave, sino que llegó a pisar territorio nacional, el Ejecutivo habría podido cometer una negligencia grave que bordea la ilegalidad al no ordenar a las fuerzas policiales la retención de la vicepresidenta chavista al menos para esclarecer sus intenciones. La irresponsabilidad de Ábalos, movido como se ve por algún fin inconfesable, pone en la picota al Gobierno de la Nación y deja en entredicho la acción exterior de los Veintisiete.
Ante un caso tan sensible, ha quedado al descubierto un Gobierno acorralado e incapaz de dar explicaciones creíbles. Ayer Sánchez enmudeció y evitó toda declaración a los medios durante su visita a Fitur, protagonizando un intento de escapismo tan bochornoso como desesperado. También hará hoy dejación de responsabilidades al rehusar encontrarse con Guaidó, a pesar de que éste es el único presidente legítimo de Venezuela, tal como reconoció España el año pasado. Una actitud indigna, como ayer le afeó Felipe González, si bien fue jaleada por Zapatero, quien mantiene una relación privilegiada con el chavismo y sigue sin rendir cuentas sobre la trama por la que su embajador en Caracas recibió mordidas de Chávez de hasta 35 millones.
En Podemos se aprecia hasta coherencia en su debilidad por la dictadura de Maduro, pues le debe favores bien acreditados. Pero que el presidente, y con él el PSOE, se arrastren así ante la tiranía bolivariana supone un escarnio para los españoles de imposible digestión y alienta inevitablemente la sospecha de que se nos oculta algo muy delicado.
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