La ciudad de Río de Janeiro confirmó el domingo los primeros cuatro casos del nuevo coronavirus en Rocinha, la favela más grande de Brasil.
Según la información publicada por las autoridades, los cuatro contagiados son tres hombres y una mujer, todos menores de 60 años.
Se trata de los primeros registros estadísticos de Covid-19 en la Rocinha, mientras otros casos ya habían sido registrados en las favelas de Cidade de Deus, Parada de Lucas, Vidigal, Mangueira y Complexo do Alemão, también en Río de Janeiro.
No obstante, Rocinha aumentó las medidas contra la pandemia ya desde la semana pasada, después de que dos personas mayores murieron con sospecha de infección.
Los grupos ilegales decretan el toque de queda
En Río de Janeiro cerca de 1,4 millones de personas residen en favelas, es decir, el 22,03 % de los 6,3 millones de habitantes de la ciudad.
El temor de que el coronavirus se expanda rápidamente en estas comunidades de estrechas calles y pequeñas viviendas, donde prevalece el hacinamiento y escasean servicios esenciales como el agua, hizo que los comerciantes y los residentes comenzaron a adoptar una serie de medidas para evitar que la enfermedad se propague. Solo el comercio considera obras esenciales.
Además, las bandas de narcotraficantes y de milicianos que controlan algunas de las favelas de la ciudad decretaron el toque de queda en la noches en sus barriadas, según el relato de algunos de sus habitantes.
Acostumbrados a imponer sus normas a la fuerza entre los habitantes de las favelas que dominan, narcos y milicianos (grupos paramilitares conformados por policías y ex policías) ahora utilizan su poder para imponer toque de queda en algunas comunidades a partir de las 20.00 hora local.
Habitantes de algunas favelas de la “cidade maravilhosa”, confirmaron que los mensajes alertando sobre la medida restrictiva comenzaron a circular por redes sociales desde el fin de semana y que la gente se está “recogiendo” temprano para evitar problemas.
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Una pancarta que dice
Los hechos empezaron a tomar eco en las redes sociales donde algunos moradores publicaban fotografías que mostraban la desolación temprana de las calles en comunidades como la de Cidade de Deus (oeste) y hasta vídeos de carros con alarmas y autoparlantes pidiendo a las personas cumplir la orden.
A diferencia de Sao Paulo, la mayor y más poblada ciudad de Brasil, con 12 millones de habitantes, Río no implementó período de cuarentena, pero si recomendó a sus habitantes permanecer en casa, suspendió las clases en escuelas y universidades públicas, y ordenó el cierre de parques, teatros, salas de cine y sitios turísticos.
Las autoridades también determinaron el cierre de los comercios y solo permiten el funcionamiento de supermercados y farmacias en toda la ciudad. Los bares y restaurantes solo pueden operar a domicilio y la restricción del transporte público también ha sido notoria, sobre todo para controlar el ingreso de habitantes de municipios vecinos a la “cidade maravilhosa”.
64 muertes en Río, 486 en todo el país
La región de Río con el mayor número de casos positivos por coronavirus sigue siendo la Zona Sur, donde hay 424 pacientes con Covid-19. Además, hay 74 personas hospitalizadas en la red municipal, 36 en camas de UCI. Alrededor del 42% de los pacientes tienen entre 30 y 49 años, con una edad promedio de 39,4 años.
En el estado de Río, se han confirmado 64 muertes por coronavirus y otras 74 están bajo investigación. Hubo seis muertes en las últimas 24 horas, cuatro de ellas en la capital, que es la ciudad con más registros en el estado: 1,068. Las otras muertes fueron de residentes de Río Bonito e Itaboraí.
Una mujer que monta una bicicleta pasa un cartel que dice
En total, Brasil sumó 852 nuevos casos de personas contagiadas con la covid-19 en las últimas 24 horas y ya cuenta con más de 11.000 infectados por el nuevo coronavirus que en poco más de un mes ha cobrado la vida de 486 personas en el gigante suramericano.
Aunque los Gobiernos regionales insisten en que la población se mantenga resguardada para evitar una mayor propagación del COVID-19, el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha insistido en que el país “no puede parar” y exigió que las medidas de confinamiento social se restrinjan a los ancianos y enfermos, en medio de las críticas de casi todos los sectores políticos.
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