Raúl Castro, quien se jubila de un alto cargo público, trabajó durante la mayor parte de su vida a la sombra de su hermano mayor, Fidel Castro. Sin embargo, también jugó un papel clave en la revolución de izquierda cubana de 1959 y en la preservación del socialismo cubano.
Si bien Fidel fue el líder carismático que reunió a los cubanos para defender la revolución y desafiar a Estados Unidos, Raúl, de 89 años, convirtió al ejército en una fuerza de combate formidable que eliminó a los enemigos, incluida una invasión respaldada por Estados Unidos en Bahía de Cochinos.
Más tarde, después de la caída del ex benefactor, la Unión Soviética envió a Cuba en picada económica y la dejó políticamente aislada, lanzó reformas al estilo de mercado en su economía centralizada y buscó normalizar las relaciones con las potencias occidentales.
Pero deja el cargo en medio de una crisis económica que ha provocado escasez incluso de bienes básicos y amenaza el acceso universal a servicios de salud y educación de calidad, aclamados por los partidarios del socialismo cubano como uno de los logros más importantes de la revolución.
El ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, deshizo una distensión que Castro alcanzó con su predecesor, Barack Obama, y endureció el embargo comercial estadounidense de décadas. El despliegue de Internet ha alimentado la disidencia interna.
Aún así, unos treinta años después del final de la Guerra Fría, Cuba sigue siendo uno de los últimos países del mundo dirigidos por comunistas.
«Siempre prefiriendo el papel de apoyo a su hermano y desempeñando ese papel de manera brillante, Raúl finalmente tuvo que asumir el liderazgo de Fidel él mismo en un momento en que la revolución mostraba todos los signos de flaquear», dijo Hal Klepak, un historiador canadiense residente en La Habana que escribió un libro sobre la vida militar de Raúl.
«Que todavía esté allí, herido y conmocionado, pero todavía allí, frente a fuerzas enormemente poderosas que intentan destruirlo, es en gran parte el resultado de su liderazgo».
Raúl respaldó a Fidel en su revolución contra el dictador Fulgencio Batista respaldado por Estados Unidos desde el comienzo en 1953, cuando lideraron un fallido asalto al cuartel militar Moncada. Posteriormente demostró su liderazgo en el levantamiento guerrillero de la Sierra Maestra que finalmente derrocó a Batista.
En los primeros años del sistema de partido único de Cuba, fue conocido como un ideólogo de mano dura que participó en los juicios sumarios y las ejecuciones de los partidarios de Batista, y más tarde en el encarcelamiento de miles de presos políticos.
También incorporó a un grupo de guerrilleros en un temido ejército que libró guerras «antiimperialistas» en el extranjero, sobre todo en Angola, donde los soldados cubanos ayudaron a derrotar a las tropas sudafricanas.
Uno de los primeros admiradores del comunismo, fueron Raúl y Ernesto «Che» Guevara, el médico de origen argentino convertido en revolucionario marxista, quienes persuadieron a Fidel de buscar el apoyo de la Unión Soviética.
Pero también se apresuró a lanzar reformas para alejar a Cuba de una economía dirigida al estilo soviético después de que la caída del Muro de Berlín hundiera a la nación insular caribeña en una crisis económica.
Primero estableció empresas prósperas dentro de las fuerzas armadas, que ahora controlan gran parte de la economía.
Luego presionó por reformas más amplias al convertirse en presidente en 2008, expandiendo el sector privado, buscando descentralizar las instituciones estatales y abriendo la economía a una mayor inversión extranjera.
«Se merece un mérito por haber abierto esta puerta, aunque luego tuvo muchos problemas de implementación y logró resultados bastante modestos», dijo Ricardo Torres, profesor de economía del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana.
Además de su histórica distensión con Obama, Castro mejoró las relaciones con la Unión Europea.
«Los 12 años de Raúl en el poder serán recordados por las políticas transformadoras que intentó llevar a cabo a pesar de la oposición concertada de la línea dura del régimen», dijo Brian Latell, un ex analista de la CIA que ha escrito libros sobre ambos hermanos.
Latell señaló que el acercamiento de Estados Unidos en 2014 ocurrió a pesar de la oposición de su hermano, quien murió dos años después.
Castro también buscó fortalecer las instituciones de un sistema originalmente enfocado en un solo líder y la llamada generación histórica de guerrilleros, para asegurar un traspaso suave del poder a una generación más joven de cuadros del partido.
Introdujo límites de edad y mandato para los líderes y supervisó la aprobación de una nueva constitución en 2019 que contribuyó a descentralizar el poder. En 2018 entregó la presidencia a un protegido, Miguel Díaz-Canel, y redujo sus apariciones públicas.
Su retiro del cargo aún más poderoso de primer secretario del Partido Comunista de Cuba, que se espera se haga oficial el lunes, pondrá fin a seis décadas de gobierno de los hermanos Castro.
Dirigiéndose a los miembros del partido la semana pasada, dijo que seguirá siendo un soldado de la revolución «hasta el final de mis días».
El jurado está deliberando sobre si será recordado como un reformador exitoso o como el encargado de un experimento socialista fallido, dicen los analistas.
«A pesar de su reputación como el pragmático Castro, hizo poco más que gestionar con éxito la transición a un liderazgo de segundo nivel», dijo Sebastián Arcos, director asociado del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida, cuyo padre y tío eran destacados disidentes. «Y nadie sabe cuánto durará eso».
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