Algunos países, como Francia o Israel, ya han empezado a administrar esa dosis de refuerzo para las categorías de población más vulnerables.
El debate sobre una tercera dosis de vacuna contra el covid-19 arrecia en el mundo, ante la desigualdad flagrante entre los países ricos, donde gran parte de la población ya está inmunizada, y los pobres, donde apenas arrancan las campañas de vacunación.
Algunos países, como Francia o Israel, ya han empezado a administrar esa dosis de refuerzo para las categorías de población más vulnerables: los más ancianos (seis meses después de su segunda dosis) y las personas con el sistema inmunitario frágil.
Para justificar esta nueva campaña, esos países invocan una disminución de la eficacia de las vacunas contra la variante delta del virus, un declive que parece acentuarse a medida que pasa el tiempo.
En Israel, la tercera dosis está disponible a partir de los 12 años de edad, cinco meses después de la vacunación precedente.
Estados Unidos por su parte prevé una campaña de refuerzo para todos los estadounidenses con dosis de las vacunas Pfizer y Moderna.
El presidente Joe Biden endureció el jueves el tono con los estadounidenses que se resisten a ser vacunados, y anunció medidas para obligar a sus conciudadanos a tomar la primera dosis.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud se muestra hostil a la tercera dosis.
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