El paso del huracán Dorian sobre las Bahamas dejó destrucción, innumerables pérdidas materiales, y también se llevó la vida de al menos siete personas.
Howard Armstrong, un pescador que vivía en la zona más vulnerable ante el fenómeno natural, dejó de darle importancia a los daños irreparables que sufrió su casa cuando entre sus brazos perdió algo mucho más valioso: a su esposa.
Ambos habían decidido enfrentar al huracán juntos. Se refugiaron en su casa en Freeport y esperaron que fuera lo suficientemente resistente como para mantenerlos a salvo.
El ojo del ciclón llegó a su ciudad el 2 de septiembre. Ellos esperaron dentro de su casa, pidiendo que el aterrador momento pasara pronto. Pero no fue así. Dorian se quedó más de 24 horas sobre Grand Bahama con vientos que iban a más de 280 kilómetros por hora.
Al inicio la devastación parecía sólo estar en las calles, inundando los caminos y arrastrando a los coches. Pero de pronto la casa de Armstrong y su esposa se comenzó a inundar.
Rápidamente dejaron de estar parados sobre el suelo de su vivienda, y empezaron a nadar con la cabeza cerca del techo. Junto a ellos todos sus muebles, incluyendo la lavadora, flotaban.
Para ese momento la pareja ya había perdido sus bienes materiales, pero aún se tenían el uno al otro. Esperaron a que el huracán pasara y alguien llegara a ayudarlos, pero el tiempo que pasaron sin auxilio fue demasiado para ellos.
Intentando salir del agua y ponerse en un lugar más seguro la esposa del pescador escaló y se colocó sobre una alacena, pero su ropa mojada, los veloces vientos y las bajas temperaturas cobraron factura. La mujer sufrió de hipotermia.
Howard Armstrong vio cómo el cuerpo de su pareja se desvaneció y deslizó. Cayó en sus brazos en donde finalmente falleció. Su cuerpo quedó bajo el agua.
Pronto la lluvia inundó tanto su hogar que ya no había espacio para que pudiera respirar dentro de ella. Durante la lluvia decidió salir y flotar por la calle. Para su sorpresa, como un atisbo de esperanza, se dio cuenta de que su barco con el que pescaba cangrejos seguía en su sitio.
Nadó hasta él para subirse y desde ahí pidió ayuda toda la noche, contó a CNN. Fue hasta la mañana siguiente cuando un grupo de rescate llegó para ponerlo a salvo.
Lo único que le quedó a Howard Armstrong fue esperar a que las autoridades lograran sacar el cuerpo de su esposa de su casa inundada. Ahora es una de las 61.000 personas que perdieron todo por el paso del fenómeno meteorológico.
«Estamos atravesando uno de los momentos más terribles de la historia de nuestro país, hemos visto la magnitud de la devastación y sabemos que se va a requerir una cooperación enorme para reconstruir las localidades afectadas», dijo Hubert Minnis, primer ministro de las Bahamas.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 14.000 residentes de la Isla Ábaco y 47.000 de Gran Bahamas necesitarán asistencia, por lo que instituciones como las estaciones de bomberos de Miami y la Cruz Roja Americana están listas para recibir donaciones y ayudar a los bahameños.
El huracán Dorian, que cuando pasó sobre el archipiélago caribeño se encontraba en categoría 5, acabó con por lo menos 13.000 viviendas. Al salir del territorio bajó a categoría cuatro y el día de hoy, 4 de septiembre, ya se encuentra sólo a nivel de tormenta tropical.
Sin embargo, sus efectos se podrán sentir en las costas de Florida. Marejadas, vientos intensos y tormentas fuertes se manifestarán en el sur de Estados Unidos. Aunque la amenaza ya no es tan crítica, el Centro Nacional de Huracanes (NHC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, continúa solicitando a la población que se resguarden porque Dorian aún puede amenazar su vida.
Con información de Infobae
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