La Fundación Pablo Neruda, a cargo de preservar el legado del poeta chileno y la administración de sus tres casas museo, se ha quedado sin dinero por el cierre de sus centros a los visitantes durante la pandemia. Fernando Saez, director ejecutivo de la entidad, reconoce que si no consigue financiación dentro de los próximos “cuatro o cinco meses” quizá tengan que cerrar las míticas viviendas del Nobel de Literatura, aunque confía en que el Gobierno de Gabriel Boric ayudará a evitar que eso ocurra.
Saez sostiene que la búsqueda de apoyo económico llega después de “tres campañas muy fuertes contra Neruda” desatadas en los últimos años por la violación que el autor confesó en su libro póstumo de memorias; el abandono en el que tuvo a su hija Malva Marina, nacida con hidrocefalia, y la revisión feminista de poemas como el que empieza “Me gusta cuando callas porque estás como ausente”.
El lente feminista ha ensombrecido la figura de Neruda para algunos sectores en Chile. En su libro Confieso que he vivido, publicado un año después de su muerte en 1973, el poeta describe una violación que cometió cuando era cónsul de Chile (entre 1929 y 1930) en Ceilán, actual Sri Lanka, con una mujer “de la raza tamil, de la casta de los parias”.
“El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme”, narra en el texto, cuya relectura empezó a generar controversia hace una década. Su relato es la única prueba de lo sucedido a finales de 1920. Hace cuatro años, organizaciones de mujeres y congresistas de distintos colores políticos se opusieron a que la Cámara de Diputados cambiara el nombre del aeropuerto de Santiago por el del poeta debido a esa confesión.
El lente feminista ha ensombrecido la figura de Neruda para algunos sectores en Chile. En su libro Confieso que he vivido, publicado un año después de su muerte en 1973, el poeta describe una violación que cometió cuando era cónsul de Chile (entre 1929 y 1930) en Ceilán, actual Sri Lanka, con una mujer “de la raza tamil, de la casta de los parias”.
“El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme”, narra en el texto, cuya relectura empezó a generar controversia hace una década. Su relato es la única prueba de lo sucedido a finales de 1920. Hace cuatro años, organizaciones de mujeres y congresistas de distintos colores políticos se opusieron a que la Cámara de Diputados cambiara el nombre del aeropuerto de Santiago por el del poeta debido a esa confesión.
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