En la ciudad china de Wuhan, el mercado donde surgió la pandemia que ha puesto al mundo de rodillas dormita apaciblemente tras una valla azul y blanca protectora.
Pero aunque el relato oficial trata de distraer la atención sobre el origen de la COVID-19, hay muchos indicios de que el Mercado de Mariscos de Huanan no está exento de culpa: las barreras policiales, las vallas rojas que impiden acercarse o el personal cubierto con trajes protectores de los pies a la cabeza.
Las autoridades chinas de control de enfermedades habían identificado a los animales silvestres que se vendían en este mercado como la génesis de la pandemia del coronavirus que se ha cobrado más de 34.000 muertes en el mundo y ha asestado un duro golpe a la economía mundial.
Una lista de precios de un comerciante de este emporio gigantesco que circulaba por internet en enero, contenía una amplia oferta para los amantes de lo exótico que iba desde ratas, pasando por serpientes, salamandras gigantes, e incluso lobeznos.
Mercados como este son el destino final de lo que los conservacionistas denuncian como el dramático comercio de animales silvestres propulsado por el consumo chino.
El mercado respondía a la demanda creciente de animales silvestres como parte de menús exóticos o para uso de la medicina tradicional cuya eficacia no ha sido demostrada por la ciencia.
El mercado de Wuhan ha sido sellado y desinfectado desde principios de enero cuando el brote de coronarivus empezó a propagarse.
Ahora solo equipos de desinfección van y vienen por el mismo. Grandes bloques rojos impiden acercarse al vallado que a su vez protege las persianas metálicas del mercado cerradas a cal y canto, instando a los transeúntes a que pongan de su parte para luchar contra el coronavirus.
– Nuevo acto –
El desastre global se ha intensificado y ha tensionado las relaciones entre Pekín y Washington.
Cualquier mención a este lugar ha desaparecido del discurso gubernamental sobre la epidemia y de la prensa oficial. Las autoridades chinas han ido imponiendo un nuevo relato en el que tratan de transmitir que quizá el virus no se produjo en el mercado, pese a que no ofrecen ninguna prueba.
Tras más de dos meses de confinamiento para contener el virus, en el que cerca de 57 millones de personas han permanecido enclaustradas en sus casas, la vida empieza a recobrar el pulso.
Los controles fronterizos se han suavizado, permitiendo, en los últimos días, regresar a los residentes atrapados fuera de la provincia, así como a los periodistas extranjeros.
Pero el futuro del mercado parece sellado.
Durante semanas, los equipos lo han desinfectado y han retirado toda la mercancía y otros contenidos, seguido por nuevas rondas de desinfección de todo el lugar, según la prensa oficial.
Ahora, el mercado estaría abocado al cierre, aunque no se han anunciado planes para demolerlo.
No obstante, China ha anunciado el proyecto de prohibir “totalmente” el comercio de animales silvestres.
Se desconoce lo que piensan los habitantes sobre la presencia del mercado rodeado de grandes y modernos edificios residenciales.
En las calles adyacentes no había un alma este lunes, y se mantenían los controles en los transportes, así como restricciones de movimiento todavía vigentes en toda la ciudad.
Sin embargo, una autoridad local descarta el legado de toxicidad del mercado: ¡No creo que la gente tenga miedo de pasar cerca del mercado!”, dijo a la AFP.
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