El respetado maestro de secundaria en Bélgica mantenía una imagen de normalidad que engañaba a todos. Los detalles escalofriantes del caso
En un suburbio tranquilo de Bélgica, Ronald Janssen llevaba una vida que, a simple vista, parecía de lo más normal. Nacido y criado en una comunidad serena, Janssen enfrentó desde pequeño el acoso escolar debido a su ceceo. Superando estos tempranos desafíos, logró completar su educación en ingeniería industrial en los años 90 y se mudó a Genk.
Por Infobae
Más tarde, estableció su hogar en la ciudad belga de Loksbergen con su esposa Nathalie y sus hijos, creando una imagen de normalidad que engañaba a todos a su alrededor. Su vida pública y privada parecía ser la de un hombre dedicado a su familia y a su trabajo, sin dejar entrever ningún indicio del monstruo que se ocultaba detrás de esa fachada.
Durante años, Ronald dividió su tiempo entre la ingeniería y la docencia, antes de dedicarse por completo a la enseñanza en el año 2000. A ojos de sus vecinos y colegas, era un profesor de secundaria como cualquier otro, sin comportamientos que hicieran sospechar lo que se ocultaba detrás de su fachada. Sus alumnos lo describían como un docente reservado y meticuloso, y sus compañeros de trabajo coincidían en la impresión de que Janssen era un hombre tranquilo y de costumbres ordinarias.
Sin embargo, en el 2005, su comportamiento violento comenzó a emerger. En un arrebato de furia, atacó a su esposa Nathalie, algo que reveló un lado oscuro que hasta entonces había mantenido bien oculto. Este alarmante incidente, no logró preparar a nadie para los horrores que más tarde saldrían a la luz. Nadie podía prever que aquel episodio era solo la punta del iceberg de una conducta mucho más siniestra y perturbadora.
Desaparición y asesinato de Annick Van Uytsel en 2007
La desaparición de la alumna de la escuela Annick Van Uytsel en 2007 fue un punto de inflexión. La joven desapareció de manera inexplicable, sumiendo a la comunidad en una profunda preocupación y desasosiego. El profesor la había secuestrado y matado a cuchillazos.
Días después, su cuerpo fue hallado en el Canal Alberto, en un avanzado estado de descomposición. Las evidencias no dejaban lugar a dudas: había sido asesinada con una frialdad escalofriante. Este hallazgo sacudió a la comunidad, que no estaba acostumbrada a enfrentarse con crímenes de tal magnitud. Las búsquedas y las investigaciones se intensificaron, pero el nombre de Ronald Janssen todavia no surgia en las investigaciones iniciales. Su doble vida siguió lo oculta por unos años más.
La fachada de profesor de secundaria y padre de familia seguía convenciendo a todos. No obstante, en su interior, sus impulsos violentos y oscuros encontraban nuevas víctimas. Representaba perfectamente el perfil del depredador escondido detrás de una máscara de normalidad pública.
En 2010, una serie de eventos sacudió nuevamente a la comunidad. Janssen confesó el horrendo asesinato de Shana Appeltans y su novio Kevin Paulus, un doble homicidio que dejó perplejos a los investigadores y a todos aquellos que le conocían superficialmente.
Confesiones de múltiples homicidios y crímenes sexuales
La confesión de Janssen no fue un mero fundamento de culpabilidad; fue un portento de revelaciones macabras. No solo admitió su responsabilidad en los asesinatos de Shana y Kevin, sino que también reveló haber cometido entre 15 homicidios desde 1990, muchos de ellos motivados por razones sexuales. Estas revelaciones arrojaron una sombra aún más oscura sobre su aparente vida común y corriente.
Las autoridades, profundamente alarmadas por la magnitud de sus confesiones, se lanzaron en una carrera contra el tiempo para tratar de empatar los casos no resueltos con las declaraciones de Janssen. No obstante, las investigaciones se vieron obstaculizadas por la burocracia y la lentitud judicial, complicando la reapertura de antiguos expedientes.
A medida que las investigaciones avanzaban, detalles inquietantes emergieron de su pasado. Se descubrió que Janssen también había estado involucrado en otros actos criminales previos que quedaron impunes. Su capacidad para evadir la justicia durante tanto tiempo planteaba serias interrogantes sobre la eficacia de los sistemas de justicia y vigilancia en detectar y tratar con individuos peligrosos.
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