Ejecutivos petroleros y tenedores de bonos están instando al presidente electo Donald Trump a que llegue a un arreglo con el gobernante venezolano Nicolás Maduro que permitiría a su régimen incrementar las ventas de petróleo a cambio de contener el flujo migratorio hacia Estados Unidos, reportó el Wall Street Journal en un trabajo de investigación.
Según el reportaje, la iniciativa está siendo promovida por hombres de negocios como Harry Sargeant III, un magnate estadounidense conocido por sus contactos con círculos republicanos y círculos chavistas, quienes están tratando de convencer a la venidera administración de que es más conveniente llegar a un entendimiento con Maduro que tratar de sacarlo del poder.
La propuesta es presentada en momentos en que Estados Unidos y una serie de países llegan a la conclusión de que Maduro cometió fraude en las elecciones presidenciales de julio y que el verdadero ganador de los comicios fue el opositor Edmundo González.
En Venezuela, la elección de Trump ha generado temores de que la nueva administración ponga fin a los esfuerzos emprendidos por la Casa Blanca bajo el gobierno de Joe Biden por tratar de negociar con Maduro una transición democrática en el país.
Esos esfuerzos fracasaron rotundamente luego de que Maduro incumpliera con su compromiso de permitir elecciones libres y de respetar los resultados, pero Maduro obtuvo beneficios concretos del esfuerzo de acercamiento, incluyendo la apertura del mercado estadounidense al petróleo venezolano a través de licencias especiales de operación concedidas a Chevron.
La elección de Trump y proyectos de ley introducidos en el Congreso para castigar al chavismo han sido interpretados como señales de que Estados Unidos está por adoptar nuevamente un política de máxima presión contra el régimen venezolano.
Pero eso no ocurriría si ejecutivos petroleros y los inversionistas en bonos venezolanos se salen con la suya y logran convencer a los líderes de la nueva administración de que es más conveniente hacer las paces con Caracas para evitar que se produzca un nuevo éxodo migratorio de Venezolanos.
Más de siete millones de venezolanos, equivalentes a más de un 20% de la población total del país, han salido del país sudamericano en los últimos años para escapar de la violencia vinculada al régimen y de los efectos del colapso económico.
Cerca de 700,000 de ellos se encuentran en Estados Unidos, muchos bajo un estatus legal irregular, y la promesa de deportar inmigrantes ilegales fue una de las principales promesas emitidas por Trump durante su campaña electoral.
Encuestas realizadas en Venezuela antes de las elecciones de julio mostraban que un 40% de los venezolanos que aún se encuentran en el país sudamericano considerarían irse si Maduro permanece en el poder.
Hasta el momento, Chevron es la única empresa estadounidense a la que Estados Unidos le permite vender petróleo venezolano, pero estas licencias constituyen una importante fuente de ingresos para el régimen socialista de Caracas en medio de sus problemas de liquidez.
La producción de la empresa estadounidense, que proviene de tres proyectos conjuntos con la estatal Petróleos de Venezuela, PDVSA, asciende actualmente a unos 200,000 barriles por día y el régimen proyecta que alcance los 250,000 barriles por día el próximo año.
Con la ayuda de Chevron y de un puñado de otras empresas internacionales también autorizadas por Estados Unidos, la producción de Venezuela ha crecido a más de 950,000 barriles por día, una mejora sustancial con respecto al punto más bajo de 400,000 alcanzado en 2020, pero muy por debajo de los 3.2 millones que Venezuela producía antes de que el difunto presidente Hugo Chávez lanzara su revolución socialista en el 2000.
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