Las negociaciones de paz con el gobierno colombiano apenas comenzaron y ya están “estancadas”, deploró una de las facciones disidentes de la antigua guerrilla de las FARC, la Segunda Marquetalia, que ha exigido el levantamiento de la orden de captura contra su histórico líder.
El proceso “no ha avanzado nada”, dice a la AFP el número dos y jefe negociador de la organización, Walter Mendoza, durante una entrevista exclusiva en una zona rural del departamento de Nariño, en el conflictivo suroeste de Colombia.
Es la primera vez desde su fundación en 2019 que el grupo disidente concede una entrevista a la AFP. Fue creado tras el acuerdo de paz de 2016 con las marxistas FARC (durante mucho tiempo la guerrilla más poderosa de América) por guerrilleros que retomaron las armas al considerarse “traicionados”.
Las conversaciones entre el gobierno de izquierda del presidente Gustavo Petro y la Segunda Marquetalia comenzaron a finales de junio en la vecina Venezuela, base de retaguardia de los rebeldes.
La Segunda Marquetalia aceptó entonces un alto el fuego unilateral, y las dos partes acordaron una reunión antes del 20 de julio en Nariño, que finalmente no tuvo lugar.
Tropas jóvenes
“Estamos totalmente dispuestos para que este proceso avance”, dice Mendoza, rodeados por sus hombres armados, campos de coca hasta donde alcanza la vista y laboratorios para pasta base de cocaína, en las proximidades de las localidades de Llorente y Zabaleta, bastiones del grupo.
El problema es que el gobierno “no ha hecho absolutamente nada” de lo que se decidió en Caracas, acusa Mendoza, de 67 años, figura histórica de las FARC con “casi 46 años” en la selva.
Algunos de los rebeldes todavía tienen órdenes de captura vigentes.
“Los siete plenipotenciarios ya tenemos las órdenes de captura levantadas, pero nos faltan tres”, incluido Iván Márquez, líder de la organización, añade Mendoza.
Uno de los temas que lo inquieta es la “georreferenciación” de los territorios bajo su control.
La delimitación de las zonas rebeldes, “no se puede hacer de la noche a la mañana”, explica.
“No vamos a aceptar (…) unos corrales” como sitio de concentración durante los diálogos, añade.
La Segunda Marquetalia está presente en doce regiones del país y aunque dicen que son 1.700 o 2.000 integrantes, ese es apenas el número de comandantes, bromea Mendoza, con algunas canas y una kufiya al cuello.
“Una gran mayoría son guerrilleros nuevos”, explica, lo que se confirma por la juventud de las tropas presentadas ese día a la AFP.
Los rebeldes que rechazaron el acuerdo de paz de 2016 se reorganizaron en nuevos grupos: El Estado Mayor Central (EMC), la mayor facción que se dividió en dos recientemente, y la Segunda Marquetalia.
El Ejecutivo los acusa de haber abandonado toda motivación política, de convertirse en vulgares narcotraficantes y de múltiples asesinatos violentos contra civiles.
“Impuesto” a la coca
Con el acuerdo de 2016, “nos engañaron, nos quitaron las armas (…) Lo único que no nos quitaron fue la moral”, dice el comandante Mendoza.
“Somos una organización guerrillera, política militar (…) Nosotros no somos narcotraficantes”, se defiende.
“Algunas de nuestras unidades operan en zonas cocaleras y hay establecido un impuesto” que no incluye a los campesinos, sostiene el viejo guerrillero.
En menos de dos años, y a costa de una cruenta guerra con el EMC en 2023, la Segunda Marquetalia consiguió unificar en Nariño a un abanico de grupos rebeldes bajo el paraguas de la “Coordinadora Guerrilla del Pacífico”, que actualmente cuenta con siete unidades organizadas como “frentes”.
Desde entonces se impone en esta región costera del Pacífico, históricamente violenta, donde las altas montañas andinas descienden por las estribaciones amazónicas hasta las sabanas de calor sofocante y los manglares junto al mar.
También está presente un frente disidente de la guerrilla del ELN, que mantiene conversaciones con el gobierno.
La Segunda Marquetalia “tenía acuerdos de amistad, de no agresión” con ellos. En cuanto a la disidencia del EMC comandada por alias Iván Mordisco no son más que “la versión del paramilitarismo en la nueva era”, de extrema derecha y cómplices del ejército, critica el comandante.
“Buena voluntad” de Petro
Elegido en 2022 como primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, Petro apuesta por terminar seis décadas de conflicto armado mediante negociaciones.
“Nosotros no estamos opuestos a que el gobierno monte mesas con los grupos armados. El problema es que va a ser muy difícil”, advierte Mendoza.
Reconocen la “buena voluntad” de Petro, pero resolver el conflicto interno en los dos años que le restan de poder “es imposible”, subraya el comandante. “No queremos un proceso de paz exprés”.
“Mientras no haya acciones concretas en los territorios (…) no es posible la paz total”, añade.
El Estado debe atender temas “en lo político, en lo económico y en lo social”.
¿Dejar las armas? “Es un tema que no está por lo pronto en la mesa de negociación. Las armas en manos de la guerrilla no es el problema”, asegura.
“El problema son las causas que han generado la violencia. Y una de las causas más fundamentales es la tierra” en manos de unos pocos, añade.
Aunque el gobierno aspira a llegar a un acuerdo en 2026, “el conflicto armado no va a terminar en 15 días (…) eso es mentira”.
AFP
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