El Papa Francisco aprovechó la Vigilia Pascual del sábado santo para enviar un mensaje claro y sin evasivas: “Que cesen los abortos, que matan la vida inocente». Directo, el pontífice no profundizó en el mensaje pero reforzó su posición, ya conocida. En febrero pasado había sido la última vez que el Papa se había prenunciado sobre el aborto, aunque de manera elíptica. Fue en el Ángelus del 2 de ese mes cuando afirmó: «Espero que esta Jornada sea una oportunidad para renovar el compromiso de custodiar y proteger la vida humana desde el principio hasta su fin natural”. Hoy, fue escueto en su declaración pero tajante.
La Vigilia Pascual es una de las celebraciones litúrgicas más sugestivas de la Semana Santa, que ha comenzado con la basílica de San Pedro sumida en la oscuridad total para simbolizar la muerte de Jesús. La ceremonia inicial con el fuego ha tenido lugar detrás del altar de la confesión. En años anteriores, el Papa celebraba el Sacramento del bautismo para varios adultos, pero este año a causa de la emergencia de Covid-19 han sido cancelados. La ceremonia, como todas las de Semana Santa se ha celebrado sin fieles, aunque se han visto algunos sacerdotes sentados en los bancos de la Basílica de San Pedro respetando las distancias.
Durante su homilía, Francisco reflexionó sobre el significado de ser cristianos y la necesidad de ser portadores de esperanza a todos más allá de los recintos sagrados, sobre todo, en situaciones de prueba como la que vive el mundo con la pandemia de coronavirus.
“No cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida”, recalcó.
Además, reivindicó a los que consuelan, que «llevan las cargas de los demás» , que «animan» y que son «mensajeros de vida en tiempos de muerte». En este sentido, hizo hincapié en el ejemplo de las mujeres que ante la muerte de Jesús «no se quedaron paralizadas, no cedieron a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad».
El Pontífice invitó a seguirlas y a esperar a pesar de la tristeza porque «Dios está con los hombres en la oscuridad de las noches, siendo certeza en las incertidumbres y Palabra en los silencios. “Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita. Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba”, ha añadido.
Así, señaló que con la Resurrección de Jesús los cristianos conquistan el derecho fundamental de una «esperanza nueva, viva, que viene de Dios». «No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia. Es un don del Cielo», ha aclarado.