El primer crucero en salir de Venecia desde que se suavizaron las restricciones al coronavirus zarpó el sábado, pero algunos residentes locales protestaron por el regreso a la normalidad, descontentos por el paso de transatlánticos gigantes a través de la histórica ciudad.
Cientos de personas se manifestaron desde tierra, mientras que pequeñas embarcaciones con banderas que rezaban “No grandes barcos” rodearon y siguieron a la MSC Orchestra, de 92.000 toneladas, cuando partía del puerto de Venecia en ruta hacia Croacia y Grecia.
“Estamos aquí porque estamos en contra de este paso pero también en contra de un modelo de turismo que está destruyendo la ciudad, expulsando a los residentes, destruyendo el planeta, las ciudades y contaminando”, declaró Marta Sottoriva, maestra de 29 años residente de la ciudad.
Pero las autoridades portuarias, trabajadores y el gobierno de la ciudad celebraron el zarpe del Orchestra, operada por MSC Cruceros, como símbolo de la reactivación del negocio tras una crisis sanitaria que golpeó duramente a la industria de cruceros y al sector de viajes en general.
“Estamos felices (…), temíamos mucho por Venecia y hemos estado pidiendo una solución estable y manejable para los barcos durante muchos años”, dijo Francesco Galietti, director nacional del grupo comercial Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, por su sigla en inglés).
Algunos residentes han estado instando a los gobiernos durante años a prohibir que los grandes cruceros y otras embarcaciones de gran tamaño pasen por la laguna y atraquen no lejos de la famosa Plaza de San Marcos.
Los activistas temen por la seguridad y el medio ambiente, incluida la contaminación y la erosión submarina en una ciudad que ya está en peligro por el aumento del nivel del mar.
“La lucha es muy larga, creo que estamos en contra de intereses económicos muy grandes”, dijo Marco Baravalle, investigador de 42 años y miembro del grupo No Grandi Navi (No grandes barcos).
El gobierno de Italia dictaminó en abril que los cruceros y los portacontenedores no deben ingresar al centro histórico de Venecia, sino atracar en otro lugar.
Pero la prohibición no entrará en vigencia hasta que se completen las terminales fuera de la laguna y aún no se ha lanzado una licitación para su construcción. Parte del tráfico podría desviarse al cercano puerto de Marghera a partir del próximo año.
El Orchestra fue escoltado fuera del puerto no sólo por pequeñas embarcaciones que protestaban sino por remolcadores que la saludaron con chorros de agua, una tradición marinera reservada para ocasiones especiales.
El barco de 16 cubiertas puede transportar más de 3.000 pasajeros y 1.000 tripulantes, pero para este viaje navegará a sólo la mitad de su capacidad debido a las reglas de distanciamiento social COVID-19.
La CLIA estima que el negocio de cruceros representa más del 3% del PIB de Venecia.
(Con información de Reuters)
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