Desde unas semanas la Amazonia corre el riesgo de convertirse en un boomerang para el gobierno de Lula. Protagonista de todos los discursos oficiales del presidente en el extranjero y punto central de su agenda internacional y de sus promesas de reducir a cero la deforestación, la Amazonia vive actualmente su fase más trágica en años.
Por Infobae
En septiembre la región registró el segundo mayor número de incendios desde 1998, la escalofriante cifra de 6.991, según revelan los datos del Programa de Combustión del Inpe, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales. Y el país espera ahora con impaciencia los datos del Proyecto de Monitoreo Satelital de la Deforestación de la Amazonia Legal (PRODES), siempre del Inpe, los únicos utilizados como referencia científica internacional y capaces de definir con certeza la tasa de deforestación, a la que siempre están asociados los incendios.
Hasta ahora solamente se han revelado los datos del Sistema de Detección de la Deforestación en Tiempo Real (DETER), que sólo revelan las alertas de deforestación. Como también se indica en el sitio web del Inpe, “la primera presentación de los datos PRODES tiene lugar en diciembre de cada año, en forma de estimación, cuando normalmente se procesa alrededor del 50% de las imágenes que cubren la Amazonia legal. Los datos consolidados se presentan en el primer semestre del año siguiente”. Pero este año, extrañamente, todavía no se han revelado.
A este panorama se añade la segunda mayor sequía de los últimos años, que está acabando con la flora y la fauna de la región y causando enormes daños a la población. Según estimaciones del gobierno, hasta 500.000 personas están afectadas. Algunas comunidades indígenas han permanecido totalmente aisladas. Según informa el Instituto Mamirauá, vinculado al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Información (MCTI), ya han muerto al menos un centenar de delfines. Hasta ahora el gobierno ha invertido 138 millones de reales, unos 26,7 millones de dólares en obras de dragado para mejorar la navegabilidad de los principales ríos.
La actual sequía podría superar la megasequía de 2005. En aquella ocasión, el estado de Amazonas entró en situación de calamidad pública debido al bajo nivel de los ríos. Hubo escasez de alimentos, combustible, energía y agua. Estos días, según ha denunciado el gobernador del estado de Amazonas, Wilson Lima del partido Unión Brasil, que ya ha declarado el estado de emergencia, faltan ya alimentos y agua potable. El vicepresidente Geraldo Alckmin, que visitó la región dio luz verde a la utilización de las centrales termoeléctricas para garantizar energía a las regiones afectadas por la sequía.
En el estado de Amazonas, más de 50 municipios se encuentran ya en situación de emergencia, incluida la capital, Manaus. Para la Defensa Civil del Estado, las ciudades más afectadas por el bajos niveles de agua se encuentran en los cauces de los ríos Juruá y Solimões, en las regiones de Alto y Médio Solimões.
Agosto, septiembre y octubre son normalmente el período de pocas lluvias en la Amazonia pero la actual sequía se ve agravada por El Niño, el calentamiento anómalo del Pacífico ecuatorial. Para empeorar las cosas, ese fenómeno climático no sólo es más fuerte este año, sino que sus efectos también se ven potenciados por el calentamiento del Atlántico Norte tropical. Además, el calentamiento de las aguas oceánicas desencadena un mecanismo de acción similar sobre la selva, es decir una reducción de las precipitaciones en toda la región, según el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA). Como consecuencia, se retrasará el inicio de la temporada de lluvias en la Amazonia, que debería empezar en noviembre.
En un contexto tan frágil, la aprobación la semana pasada del Ibama, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables, para que la petrolera nacional Petrobras busque petróleo en dos bloques del llamado Margen Ecuatorial brasileño, más concretamente en la Cuenca del Potiguar, frente a las costas de Río Grande del Norte, ha suscitado debates.
El Margen Ecuatorial es una región marítima que se extiende desde Guyana hasta el estado de Río Grande del Norte, en Brasil. También incluye la desembocadura del río Amazonas, cuya exploración petrolífera fue denegada por el Ibama el pasado mes de mayo, no sin polémica. Incluso intervino Lula, que dijo en el G20 en India que “Brasil no detendrá las perforaciones exploratorias en el Margen Ecuatorial”. El temor de las asociaciones ecologistas es que esta licencia concedida por el Ibama abra ahora la puerta a perforaciones en aguas de la Amazonia. No es casualidad que el lunes el presidente de Petrobras, Jean Paul Prates, dijera que estaba seguro de que el Ibama concedería la licencia de exploración en la desembocadura del Amazonas. “Estoy seguro de que obtendremos la licencia, con todos los requisitos cumplidos. Si Guyana tiene petróleo, como Surinam, y si las formaciones indican que nosotros también podemos tenerlo, Brasil tiene derecho a saberlo. Después vendrá la segunda decisión, si producirlo o no”, dijo Prates en una entrevista al canal TV Cultura.
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