Las empresas británicas han alertado este sábado de que los consumidores notarán un incremento de los precios como resultado de los mayores controles aduaneros impuestos tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
EFE
El presidente del supermercado líder en internet Ocado, Stuart Rose, dijo que el coste añadido de lidiar con los retrasos y la nueva burocracia para las importaciones inevitablemente «se trasladará al consumidor», mientras que, por su parte, los transportistas temen por la viabilidad de su negocio.
En declaraciones a BBC Radio 4, Rose apuntó que, en esta época del año, entre un 50 y un 80 % de la fruta y verdura que se consume en el Reino Unido procede del continente europeo y, si los productos se estropean por retrasos en su entrada al país, «son pérdidas» para las empresas, que se reflejarán en los precios de los productos.
Lorenzo Zaccheo, gerente de la compañía de transporte Alcaline UK, vaticinó a su vez un «baño de sangre» para el sector, y lamentó que los transportistas comunitarios no quieren trabajar para firmas del Reino Unido «ni aún por el doble de sueldo».
Los retrasos en las entregas de bienes de importación o exportación, con largas filas registradas desde el 1 de enero en los pasos fronterizos entre el Reino Unido y la UE, aumentan los costes para las empresas y reducen su «ya estrecho margen de beneficio», señaló.
«Para empezar, no hay suficientes agentes de aduanas. Después, sucede que con la covid algunos están en cuarentena y demás. Es un caos total. Esto va a ser un baño de sangre. El coste del transporte se triplicará en el Reino Unido porque nadie quiere venir», afirmó.
En los últimos días, los grandes almacenes Mark & Spencer han confirmado que no pueden importar algunos de sus productos estrella e indican que sus operaciones se verán afectadas en países de la UE como Irlanda, la República Checa y Francia.
Desde el fin del periodo de transición pos-Brexit, el 31 de diciembre, la empresa de mensajería DPD ha anunciado que detiene temporalmente sus entregas al continente, como también han hecho algunas rivales comunitarias.
El ministro encargado de los preparativos para la salida británica de la UE, Michael Gove, reconoció el viernes que los negocios «afrontarán trastornos adicionales significativos» en la frontera, sobre todo en el puerto de Dover, hasta que se normalicen los nuevos trámites burocráticos introducidos por ambas partes tras la separación del bloque.
El acuerdo bilateral firmado entre el Reino Unido y la UE a finales de 2020 garantiza la continuidad del comercio de bienes sin aranceles, pero el hecho de que este país haya dejado el mercado único y la unión aduanera comunitarios conlleva la imposición de nuevos controles.
Actualmente, además de documentos como declaraciones de exportación o certificados sanitarios, los transportistas británicos deben contar con un test de covid negativo y otros permisos antes de entrar en Europa.
Los últimos datos del Gobierno de Londres indican que desde el 1 de enero se ha denegado la entrada a 700 camiones y se han emitido 150 multas por incumplimiento de las normas para reducir las filas de vehículos en el condado fronterizo inglés de Kent.
Las autoridades de aduanas advierten de que estas cifras aumentarán en los próximos meses a medida que se levanten las restricciones por la pandemia, y señalan que actualmente tratan de cruzar la frontera una media de 1.584 camiones diarios, apenas un 40 % del tráfico habitual.
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