Rosita Fornés, la gran diva cubana, recibió el homenaje de Cuba luego de que sus restos llegaran a la isla procedente de Miami, donde falleció la semana pasada a os 97 años.
Pese a las dificultades derivadas de la pandemia del coronavirus, el cuerpo de la popular y querida artista fue trasladado en avión desde la ciudad estadounidense para reposar en el Cementerio Colón en La Habana.
Flores y fotos de en las que aparecía sonriente, con su armónico rostro enmarcado por su cabello rubio ondeado, adornaron el Teatro Martí, que acogió su féretro y al que llegaron colegas, amigos y admiradores pese a las restricciones del COVID-19.
Su voz de soprano en viejas grabaciones llenaba todo el espacio mientras se la recordaba en el teatro antes del entierro privado en el panteón familiar donde se encuentran los restos de sus padres y de su último esposo, Armando Bianchi.
La Fornés falleció el 10 de junio en Estados Unidos, a donde había viajado tiempo atrás y sufrió problemas de salud que le impidieron regresar a la isla. Era una leyenda y una de las últimas vedettes que con su magia atravesaron el siglo XX en Latinoamérica, inaugurando las primeras cadenas de televisión y protagonizando los años de oro de los cines de la región.
“Siento la grandeza de su vida. Se me oprime un poco el corazón”, dijo a periodistas la actriz Luisa María Jimenez, quien fue al Martí a darle el último adiós a la diva. “Ella era una artista enorme, una figura gigantesca”.
Nacida como Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavía el 11 de febrero de 1923 de padres españoles, Fornés se mudó con su madre siendo una niña a Cuba y la acogió como su patria.
Bailarina, cantante y actriz, la Fornés era una estrella que cultivó todos los géneros y formatos, desde la zarzuela y la opereta, hasta el protagónico de películas clásicas y programas televisivos. Incluso trabajó cuando ya estaba retirada en los dibujos animados de una canción infantil.
Su debut se produjo a los 15 años, en 1938, en un programa de concursos de talentos y rápidamente pasó al teatro musical. Un año después participó en su primer largometraje, “Una aventura peligrosa” del director Ramón Peón.
Posteriormente se mudó a México, donde compartió cartel con actores como Jorge Negrete, Pedro Infante y Tin Tan. Allí se casó con su colega Manuel Medel y tuvo a su única hija, Rosa María, que la sobrevive.
Se la conocía por su profesionalismo, la elegancia de su vestir, el buen gusto de sus representaciones y su perfecta dicción. Además de México, Cuba y Estados Unidos, recorrió escenarios en Venezuela, Puerto Rico y la entonces Unión Soviética, entre otros.
También el Ministerio de Cultura de Cuba abrió espacio en sus medios de información en línea para que las personas que no pudieran asistir a despedirla (no hay transporte público y la movilidad está restringida), y la televisión estatal mostró en vivo el homenaje en el Teatro Martí.
“Una época se va con ella”, dijo a la prensa el historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, durante la despedida en el teatro, ubicado en el casco histórico y uno de los muchos en los cuales Fornés se presentó. “Se le rinde tributo a una gran cubana”.
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