Mientras las protestas por el asesinato del afroamericano George Floyd a manos del policía blanco Derek Chauvin en Mineápolis se extienden por Estados Unidos, el pasado viernes, en Washington D. C. algunos manifestantes se congregaron frente a la Casa Blanca.
Por clarin.com
Mientras agentes del Servicio Secreto se enfrentaban a los manifestantes que trataban de retirar la barrera metálica puesta frente a la verja de la residencia del presidente, Donald Trump se refugió durante al menos una hora en el búnker subterráneo de la Casa Blanca, según 20 Minutos.
Este lugar recibe el nombre de Centro Presidencial de Emergencias y es una infraestructura similar a un búnker construida bajo el ala este de la Casa Blanca donde, en casos de emergencia, el presidente junto a otros empleados del gobierno se pueden refugiar a la vez que mantienen la comunicación con el exterior.
Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, se construyó el Ala Este de la Casa Blanca y un refugio antiaéreo para la protección del presidente Franklin D. Roosevelt.
Según un artículo publicado hace dos años en The Drive, fue este proyecto de Truman el que inicia esta instalación secreta y segura que ahora tiene el nombre de Centro Presidencial de Emergencias.
Antes del 11 de septiembre del 2001, esta instalación no era demasiado lujosa y era muy limitada en cuanto al número de ocupantes que podía albergar en su interior una vez estuviese herméticamente sellada. Carecía de la comodidad de la Sala de Crisis de la Casa Blanca pero ofrecía una protección mayor. El búnker estaba pensado para que el presidente y el vicepresidente, además de sus familias y sus ayudantes, sobrevivieran.
No hay fotos de Trump en el búnker el viernes, pero hay fotos antiguas de la que probablemente fuera la última vez que se usó: el 11 de septiembre de 2001.
Según el libro de 2008 “Test by Fire: The War Presidency of George W. Bush· de Robert Swansbrough, aquel día, los agentes del Servicio Secreto “literalmente levantaron y cargaron” al vicepresidente Dick Cheney hasta el búnker después de que se hiciera evidente que los ataques al World Trade Center de Nueva York no habían sido un accidente. El temor era que otro avión se dirigiera a estrellarse contra la Casa Blanca.
Hay un protocolo para que los miembros de la familia inmediata al presidente sea llevada al búnker bajo la protección del Servicio Secreto, como pasó con la primera dama Laura Bush el 11 de septiembre, a pesar de que su esposo estaba fuera de la ciudad. Laura describió cómo fue entrar al búnker en sus memorias, que publicó en 2010: “Me condujeron de prisa escaleras abajo a través de un par de grandes puertas de acero que se cerraron detrás de mí con un fuerte silbido, formando un sello hermético. De repente estaba en un pasillo subterráneo sin terminar bajo la Casa Blanca en dirección al búnker, el Centro Presidencial de Operaciones de Emergencia, construido para el presidente Franklin Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial. Caminamos por viejos pisos de baldosas con tuberías colgando del techo y todo tipo de equipos mecánicos. El búnker está diseñado para ser un centro de comando durante emergencias, con televisores, teléfonos e instalaciones de comunicaciones”.
Y continúa su relato: “Me condujeron a la sala de conferencias adyacente al centro neurálgico del PEOC. Es una habitación pequeña con una mesa grande. La asesora de seguridad nacional Condi Rice, el consejero del presidente Karen Hughes, el subjefe de personal Josh Bolten, y Dick y Lynne Cheney ya estaban allí, donde habían estado desde la mañana. Lynne se acercó y me abrazó. Sus agentes la habían llevado a la Casa Blanca justo después del primer ataque. Luego dijo en voz baja en mi oído: “El avión que golpeó el Pentágono rodeó primero la Casa Blanca”‘.
La primera dama Melania Trump y su hijo Barron también fueron llevados al búnker el viernes, según la CNN, que habló con dos fuentes familiarizadas con los movimientos de la Primera Familia durante el fin de semana. No está claro si alguno de los otros miembros del personal del presidente se unió a la familia para esconderse de los ciudadanos estadounidenses.
El periodista estadounidense Garrett M. Graff publicó el septiembre pasado el libro “The Only Plane in the Sky: An Oral History of 9/11” sobre el ataque terrorista que sufrió Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. En un fragmento de ese libro publicado algunos de los protagonistas comentan cómo vivieron aquella jornada y cómo era el búnker. En 2015, se publicaron algunas imágenes de aquella jornada.
El comandante Anthony Barnes, uno de los presentes en aquella jornada, comenta que en aquel momento el búnker consistía en “3 o 4 habitaciones”. “La cámara de operaciones era donde mi equipo de vigilancia estaba respondiendo llamadas telefónicas y luego estaba el área de la sala de conferencias donde estaban el señor Cheney y Condoleezza Rice”.
En otro libro publicado por Garret, “Raven Rock”, el periodista describe al búnker de aquel momento como un largo pasillo con una sala de operaciones y comunicaciones de unos 55 metros cuadrados, un área de información y una sala de dirección con pantallas. Según señala Barnes, en esta sala había “cuatro o cinco pantallas de televisión muy grandes de 55 pulgadas”. Comenta que por aquel entonces no había televisores tan grandes y sorprendió incluso a Cheney.
Según el propio Cheney, la instalación no estaba lo suficientemente preparada para responder a una situación de este tipo. Desde el búnker, Cheney no pudo comunicarse con el personal clave para estas situaciones.
Los grandes televisores no podían realizar videoconferencias y proporcionar el audio de las noticias al mismo tiempo, la instalación no contaba con los sistemas necesarios para que el presidente o el vicepresidente se dirigiesen a la nación y, en un momento dado, el CO2 aumentó demasiado en el búnker porque solo estaba preparado para albergar a un pequeño número de personas dentro de su entorno sellado.
Por ello, tras los ataques del 11 de septiembre el búnker se actualizó para ser capaz de mantener en contacto al presidente con el mundo exterior.
Aunque existe mucho secretismo en torno a esta instalación, al parecer fue el propio Cheney el que se encargó de estas mejoras. Se instalaron nuevos sistemas de comunicaciones y mejoras en los sistemas de ventilación.
En 2010, un gran agujero en el jardín del Ala Oeste de la Casa Blanca dio lugar a numerosas especulaciones sobre lo que la administración Obama estaría construyendo allí. Oficialmente constaba como una remodelación del aire acondicionado y otros sistemas mecánicos, pero parte del proyecto incluyó una expansión del búnker con la actualización pertinente de sus sistemas de comunicación, informáticos y de ventilación para que el presidente pudiese operar durante largos periodos de tiempo. Se especula que se gastaron U$S 375 millones en sus mejoras y ha sido reforzado para resistir la fuerza de un avión de pasajeros que se estrelle contra la mansión que hay arriba.
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