Sara, auxiliar administrativa del consulado de España en Londres, supo el pasado mes de octubre que estaba embarazada de gemelos. Con la segunda ola de coronavirus en pleno auge en Reino Unido y a una hora en tren de las oficinas, solicitó teletrabajar. Le denegaron esa posibilidad. Ahora, ha sufrido un aborto.
Celia Meza | Enrique Andres Pretel
“No puedo responsabilizar directamente al consulado de la pérdida de mis bebés, pero sí lo acuso de no haber facilitado la situación durante un embarazo de riesgo en plena pandemia”, explica Sara (nombre ficticio) en una entrevista con El Confidencial. La trabajadora no descarta, una vez tenga el resultado de la autopsia de la placenta, tomar acciones legales contra la Administración. “He recibido un trato completamente inhumano”, se lamenta.
Más allá de las responsabilidades que puedan derivarse del caso, el trasfondo de este dramático episodio es un entorno laboral disfuncional cocinado durante años a fuego lento: una plantilla desbordada por el volumen de trabajo, según fuentes del consulado, en un contexto de desamparo legal para los trabajadores, según los sindicatos.
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, aseguran que se trasladó al consulado la recomendación del Servicio de Prevención de Riesgos, que establece el teletrabajo para circunstancias como las de Sara. Sin embargo, estas advertencias se desatendieron. Ahora se ha abierto un expediente disciplinario al funcionario responsable, agregan a El Confidencial las fuentes de Exteriores consultadas sobre este caso.
Para Sara, su situación va más allá de una persona en concreto. Es fruto de un contexto. “Aquí nadie se atreve a meterse con un diplomático”, asegura. Insiste en que no se respetaron “los principios más básicos” y que se actuó de una manera “totalmente inapropiada” para la Administración pública. Para ella, hablar no ha sido fácil. Pero tiene un mensaje claro: “Quiero denunciar esto para que no se repita, para que nadie tenga que pasar por lo que he pasado yo”. Así lo vivió.
Un embarazo delicado en plena pandemia
Las primeras semanas de embarazo fueron especialmente duras. Se tuvo que coger la baja por las náuseas y vómitos intensos. Fue entonces cuando le comunicaron que esperaba gemelos. “Me recomendaron tomarme las cosas con calma. En definitiva, el estrés no ayudaba”, recuerda Sara, de 37 años. Los médicos le explicaron que había riesgo de parto prematuro, como suele suceder en la gestación gemelar, acentuado además en su caso por factores físicos, ya que tenía el cuello del útero corto. “Pero en mi puesto de trabajo no me facilitaron especialmente la vida”, narra.
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