Más de 40 muertos en el ataque de Israel a varios edificios de viviendas en el centro de la Ciudad de Gaza. Israel busca la muerte selectiva de los líderes de Hamás y sus misiles golpearon las casas de Yehia Sinwar, ‘número uno’ del movimiento islamista, y su hermano Mohamed, pero ninguno se encontraba allí en esos momentos. En la última semana también ha disparado contra las residencias del ‘número dos’ de la organización y adjunto de Sinwar, Yalil al Haya, y la del jefe de operaciones especiales, Raed Saad.
Los dirigentes de Hamás son el objetivo, pero los civiles pagan el precio más alto. Mientras los medios informaban de la creciente presión sobre Israel para aceptar un alto el fuego y no se perdía de vista la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los servicios de rescate trataban de salvar supervivientes entre los escombros de los edificios derribados por los misiles del Ejército en la calle Wehda, en la ciudad de Gaza. «Escuchamos gritos entre los escombros, escuchamos los gritos», declaró al canal Al Jazeera uno de los miembros de un equipo que trabajaban en la que se convirtió en la peor matanza desde el inicio de la ofensiva ‘Guardián de los Muros’ con al menos 42 fallecidos, entre ellos varios niños.
Si el sábado fue la familia Abu Hatab la que tuvo que enterrar a diez de sus miembros tras un bombardeo en el campo de refugiados de Al Shati, en esta ocasión la mayor parte de las víctimas fueron de los Al Kolak. Los últimos datos del ministerio de Salud elevaron a 192 los muertos, entre ellos 55 niños, y más de 1.200 los heridos en la primera semana de hostilidades que el gabinete de seguridad de Israel se mostró dispuesto a extender pata que Hamás reciba un castigo aún más duro.
La desigualdad de fuerzas es abismal y el Ejército ha realizado algunos de los bombardeos más duros que se recuerdan en la Franja, pero eso no ha logrado frenar el lanzamiento de cohetes. El general Ori Gordin reveló en un encuentro con la prensa que el de esta semana ha sido al lanzamiento de cohetes contra Israel más intenso de su historia. Desde el 10 de mayo, las facciones palestinas han atacado Israel con más de 3.000 cohetes, lo que supone la mitad de los disparados en toda la ofensiva de 2014 y supera a los lanzados por Hizbolá en 2006.
Hamás comenzó los ataques hace una semana en mitad de las tensiones por el posible desalojo de familias palestinas del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, y tras el doble asalto policial a la mezquita de Al Aqsa. Los primeros proyectiles fueron para Jerusalén, pero desde entonces los objetivos se han centrado en el sur y centro del país, incluido Tel Aviv.
Tras la destrucción el sábado de la torre en la que se encontraban las oficinas de Al Yazira y la agencia estadounidense Associated Press (AP), la agencia francesa AFP decidió poner a disposición de estas dos compañías sus instalaciones en Gaza para que pudieran seguir trabajando. El director de la agencia para el Norte de África y Oriente Próximo, Sylvain Estibal, anunció en Twitter que «damos la bienvenida a los equipos de Associated Press y Al Yazira, cuyas instalaciones fueron destruidas por el Ejército israelí». Netanyahu defendió la destrucción de la torre Al Jalaa, de trece pisos, porque «era la sede de una oficina de inteligencia de los terroristas».
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