El 21 de enero de 2019, Caracas amaneció con una noticia a la que pocos daban crédito, pero que despertó el sentimiento de millones de venezolanos. Un grupo de sargentos de la Guardia Nacional (GN) había tomado por asalto un comando de ese componente de la Fuerza Armada y pedían la dimisión de Nicolás Maduro.
El sargento mayor de tercera Luis Alexander Bandres Figueroa comandaba el alzamiento militar. Al noroeste de la capital, en las entrañas de un populoso barrio caraqueño, el comando de la GN estaba tomado por Bandres y 23 sargentos más que lo seguían en su épica cruzada por deponer a Nicolás Maduro. Esperaba que otras decenas de sus hombres hicieran lo propio en un comando al este de Caracas, en Petare, el barrio más grande de Latinoamérica.
Este alzamiento calentó las calles y generó que “el barrio bajara”, frase con la que los venezolanos suelen referirse a una revuelta popular. Sin embargo, pasadas las 7 de la mañana, Bandres y sus hombres habían sido capturados en Cotiza, mientras que sus compañeros en Petare no llevaron a cabo el plan.
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Ese día, para Sandra Hernández, esposa de Bandres Figueroa, empezó lo que ella define la peor pesadilla de su vida y la de sus dos hijos, un niño de 11 años y una niña de 7.
Sandra fue una de las víctimas del régimen de Maduro que pudo reunirse en privado con Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el pasado 20 de junio en Caracas, cuando la funcionaria acudió para constatar la violación de derechos humanos en Venezuela.
Su testimonio fue conmovedor y se vitalizó en redes sociales. Sandra contó cómo su esposo ha sufrido torturas inenarrables.
¿Por qué tu esposo lideró un alzamiento militar contra Nicolás Maduro?
Por la decadencia que vive el venezolano, el déficit de alimentos y medicinas, y que familiares han muerto por falta de atención médica. En mi caso, mi hijo de 11 años es autista y los medicamentos para él no se consiguen. Y que mi esposo sea un militar activo no evitó que sufriéramos esta realidad que enfrentan muchos venezolanos. Una realidad dura y triste y eso fue lo que lo llevó a él a tomar esta decisión. Él lo que hizo fue hacer uso de su derecho constitucional como militar para manifestarse contra Nicolás Maduro. Fue totalmente pacífico, no hubo enfrentamiento ni daños a los bienes de la nación.
¿Cuándo y cómo te enteraste?
Yo me enteré por un mensaje que él me respondió en el que me dijo que había actuado y fue en las redes sociales donde vi la magnitud de la situación, pero no supe más de él por días. Hubo desaparición forzosa, no sabíamos dónde estaba mi esposo ni en qué condiciones. Nosotros tuvimos que salir huyendo, permanecimos escondidos una semana. Pero supimos de él cuando ya estaba en Ramo Verde el 15 de febrero, después de haber sido torturado en la DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar) desde el 21 de enero cuando lo aprehendieron.
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¿Su alzamiento tuvo motivación política o apoyo político?
No, para nada. Él siempre me deja muy claro que no es político ni lo va a ser nunca y su deber como militar es luchar por los venezolanos. Él deja muy claro: ‘Cuando yo juré ante la bandera, no juré defender a ningún gobierno, yo juré defender a mi pueblo” y eso es lo que lo llevó a desconocer a Maduro y tratar de restablecer el hilo constitucional.
¿Cuándo supiste que tu esposo fue torturado?
Cuando hablé con él por teléfono le rogué que me dijera si lo habían torturado y él lo único que me respondió fue ‘tranquila que yo aguanto’. Con esa respuesta yo sabía que sí lo habían torturado pero supe los detalles después porque solo le daban un minuto para llamar. Constaté lo de las torturas cuando lo vi en Ramo Verde. Él estaba con un suéter para que los niños no vieran los signos de tortura. No podía caminar con facilidad y no sentía las manos porque había perdido la sensibilidad.
¿Cómo estaba cuando lograste visitarlo en Ramo Verde?
Los signos de la tortura que sufrió en DGCIM eran evidentes. Se notaba no había recibido alimentos, tenía golpes, cicatrices en sus manos porque le habían arrancado parte de piel. Fue muy duro verlo así.
Cuando lo torturaban, ¿le pedían algo, qué le decían?
Ellos querían grabar un video donde dijera que su alzamiento militar había sido financiado por Juan Guaidó, María Corina Machado y Julio Borges. Él se negó rotundamente porque no era cierto. Él me dijo que prefirió la tortura porque si mentía se ponía en juego la credibilidad de su palabra, no quería que nosotros, su familia, pensáramos eso.
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¿Cómo fue tu encuentro con Michelle Bachelet?
Fue muy receptiva. Cuando yo expuse todas las torturas que sufrió mi esposo y le entregué a ella una carpeta, su cara era realmente de conmoción, tenía lágrimas. Bachelet lloró mucho con mi testimonio y no creo que haya sido fingido, incluso nos dijo que ella sabía por lo que estábamos pasando porque también fue torturada. Nos demostró que estaba informada de los casos. En el lugar había niños, mujeres y expresos políticos todos que habían sido torturados y ella nos demostró que estaba realmente conmovida.
¿Cómo ha sido todo desde que tu esposo fue capturado?
Una pesadilla. A pesar de que ya no están en la DGCIM, que yo llamo un campo de concentración y tortura, para mí ha sido muy difícil Ramo Verde, porque han tenido una actitud abusiva con nosotros los familiares. Me han obligado a firmar papeles con argumentos falsos, bajo la amenaza de no dejarme entrar más. El maltrato no es solo para mi esposo sino también para mí y mis hijos. Me han prohibido llevarle insumos básicos como agua, comida. Ha sido difícil.
¿Y la situación con tus hijos?
Cada vez es más difícil. La niña sale llorando, el niño dice que ya no aguanta. Es duro explicarles a los niños que su papá no puede salir de ahí, que tienen que ver cómo desnudan a su mamá y la requisan. ¿Cómo le explico a mis hijos por qué me están desnudando y revisando delante de ellos? Es muy difícil hay que vivirlo…
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¿Qué espera el sargento Bandres ahora?
Él ya perdió la noción de cómo funciona el país afuera. Estar ahí aislados sin ningún tipo de información los aísla de la realidad. Él solo espera que ocurra un cambio, que la Fuerza Armada reaccione. Yo sinceramente lo veo difícil, he perdido la esperanza en la Fuerza Armada, pero él no. Él tiene la moral muy en alto. Es una persona con mucha fuerza y mucha convicción, y eso lo mantiene firme pese a esa mala experiencia que le ha tocado vivir.
¿Qué mensaje le das a la comunidad internacional?
Lo único que quiero es que nos den el apoyo que necesitamos. Los venezolanos no podemos solos, estamos secuestrados y nuestro secuestrador no va a entregarnos por decisión propia. Para nosotros es muy difícil vivir el día a día en Venezuela, por ser venezolanos y por ser perseguidos políticos.
Con información de Diario Las Américas