Estados Unidos movilizó este jueves un submarino a la Bahía de Guantánamo, Cuba, apenas un día después de que una flota naval rusa llegara a La Habana tras realizar maniobras militares en el océano Atlántico, lo que fue visto por muchos como una demostración de fuerza.
El Comando Sur estadounidense informó que se trata del USS Helena, un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear, y descartó que su traslado a la zona responda a una amenaza por la presencia de las naves del Kremlin en la isla.
“Esto no es una sorpresa, los hemos visto hacer este tipo de escalas en el puerto antes. Por supuesto que nos lo tomamos en serio pero estos ejercicios no suponen una amenaza para Estados Unidos”, indicó la portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, que sumó que la fragata Admiral Gorshkov, el submarino de propulsión nuclear, el buque petrolero Pashin y el remolcador de salvamento Nikolai Chiker se encuentran haciendo una “visita rutinaria a puerto”.
Inclusive, Singh explicó que podría esperarse una mayor actividad rusa en torno a Estados Unidos bajo el argumento de ejercicios globales, por lo menos durante el verano, y tampoco se descartan escalas en Venezuela, un antiguo aliado del Kremlin.
No obstante, Washington continúa vigilando estas operaciones ya que se producen en un clima de creciente tensión entre Estados Unidos y Rusia, en el marco de la guerra en Ucrania. Hace menos de dos semanas, el presidente Joe Biden autorizó a Kiev a utilizar su armamento en ofensivas sobre territorio ruso cercano a la frontera de Kharkiv donde, a principios de mayo, Moscú inició una intensa ofensiva con bombardeos casi diarios sobre zonas civiles, con el objetivo de avanzar en este frente.
Ucrania debe poder “contraatacar a las fuerzas rusas que los están atacando o preparándose para atacarlos”, explicó entonces el mandatario.
El anuncio llegó después de reiterados pedidos de Volodimir Zelensky a la comunidad internacional y generó gran descontento en Vladimir Putin, quien advirtió que podría responder con medidas similares, armando a aquellos países cercanos a él, que se opongan a las acciones de Occidente.
“Si suministran (armas) a la zona de combate y piden el uso de estas armas contra nuestro territorio, ¿por qué no tenemos derecho a hacer lo mismo?”, advirtió antes de precisar que podría tratarse de “estados o incluso otras entidades legales que enfrentan cierta presión, incluida presión militar de aquellos países que envían armas a Ucrania y lo instan a usarlas contra nosotros”.
En medio de estos cruces y la desconfianza con la que muchos vieron la llegada de sus naves a las aguas del Atlántico, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, insistió en que “se trata de una práctica para todos los Estados, incluida una potencia marítima como Rusia”, por lo que “no vemos ninguna razón para preocuparse en este caso”, mientras que la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores fue más tajante y acusó a Occidente de sólo hacer lugar a sus reclamos ante un indicio de posible escalada.
“Cuando se trata de maniobras o viajes por mar, inmediatamente oímos preguntas y el deseo de saber de qué tratan estos mensajes. ¿Por qué solo llegan a Occidente señales relacionadas con nuestro Ejército y nuestra Armada? ¿Por qué Occidente permanece completamente sordo y luego se inventa las campañas más poderosas para impedir que las señales rusas entren en su reino de la información?”, cuestionó.
(Con información de AP y Reuters)
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