Dos muertos y diez desaparecidos es el balance de uno de los más recientes intentos de cubanos por atravesar en embarcaciones improvisadas el estrecho de la Florida, en una nueva ola de emigrantes que huye de la crisis económica.
“Estamos quemados por el sol y traumatizados. Porque muchos de nosotros, a la hora de rescatarnos, perdimos la mente, estábamos alucinando”, narró Adrián Corcho, uno de los ocho sobrevivientes, a una televisora hispana de Florida.
Corcho se aferró a un tanque vacío, que compartió con otros amigos hasta ser rescatado. “Llevábamos cuatro días sin dormir, dos sin comer y dos días a la deriva”.
El naufragio ocurrió el 27 de mayo, frente a los Cayos de Florida, muy cerca de su destino. Los supervivientes fueron devueltos a Cuba.
Estos migrantes no han sido los únicos en probar suerte. Una nota del Ministerio del Interior (Minint) informó la devolución el 11 de junio pasado de 82 emigrantes. Con estas personas “suman 313 las devueltas por las autoridades de EEUU en lo que va del año”, dijo.
Cuatro días después, la Guardia Costera de Estados Unidos informó de la repatriación de otros 59 cubanos, con lo que suman 465 desde octubre, cuando inició el año fiscal estadounidense.
En los últimos años, las cifras habían ido a la baja. Los balseros interceptados por la Guardia Costera en el año fiscal 2016 fueron 5.396, cifra que se redujo a 1.468 en 2017 y llegó hasta 49 en 2020.
– Válvula de escape –
Detrás de este fenómeno está la eliminación de la política de “pies secos, pies mojados”, que concedía automáticamente el estatus de residente a los cubanos que tocaran tierra en Estados Unidos. El gobierno de Barack Obama suprimió ese privilegio en la época del efímero acercamiento diplomático entre ambos países (2014-2016).
Muchos emigrantes optaron por rutas terrestres a través de América Latina, un azaroso viaje, pero menos peligroso que el marítimo.
Se calcula que uno de cada cinco balseros cubanos muere en el intento.
El caso más famoso fue el del niño Elián González, en 1999. Sobrevivió al naufragio en que se ahogó su madre y fue rescatado por pescadores de Florida. Pero tras una sonada disputa política fue entregado a su padre en Cuba.
El éxodo marítimo funcionó históricamente como válvula de escape en momentos de incremento de las penurias económicas.
Unos 34.000 cubanos protagonizaron en agosto de 1994 la “crisis de los balseros”, el mayor de esos éxodos, en lo más crudo de la crisis económica denominada “Periodo Especial”.
Ese mismo año ambos países suscribieron un acuerdo migratorio, aún en vigor, que prevé que Estados Unidos otorgue 20.000 visas migratorias anuales a cubanos, repatrie a todos los interceptados y Cuba los reciba sin consecuencias legales.
El miércoles, el canciller cubano Bruno Rodríguez recordó a Washington ante la ONU su “obligación legal y moral de honrar” esos acuerdos, pues “es un tema sensible que cuesta vidas”.
– “No es prioridad” –
Cuba vive una profunda crisis económica por la ausencia de turistas debido a la pandemia, agravada por las 243 medidas que implementó el gobierno de Donald Trump para arreciar el embargo vigente desde 1962. En 2020 el PIB se desplomó un 11%, su peor caída desde 1993.
“Dado el deterioro en la crisis económica y humanitaria en Cuba, es razonable esperar un aumento en los flujos migratorios hacia afuera de la isla”, dijo a AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de reflexión con sede en Washington.
Estados Unidos está tratando de frenar el flujo.
El gobierno “desalienta enérgicamente los intentos de ingresar ilegalmente a los Estados Unidos haciéndose a la mar”, dijo en comunicado el teniente Mario Gil, enlace con la Guardia Costera de la embajada estadounidense en La Habana.
Sin embargo, desde su llegada a la Casa Blanca, Joe Biden no ha revertido ninguna de las medidas tomadas por su predecesor hacia Cuba. En la campaña electoral había prometido restablecer el sistema de envío de remesas a la isla, permitir más vuelos entre los dos países y reabrir la sección consular.
“Me parece que no se puede esperar pronta restitución” de todo esto, opina Shifter. “Esto va muy lento, y está claro que no es prioridad” para el gobierno de Biden.
“No ve ningún beneficio político” en desmontar las medidas de Trump a menos que Cuba mejore la situación de los derechos humanos, retire su respaldo al gobierno venezolano, o haga una profunda reforma económica. “Pero las perspectivas de que esas cosas ocurran son bastante remotas”, añadió el académico.
Mientras tanto, muchos cubanos vuelven a mirar al mar, que tiene entre junio y agosto su mejor momento climatológico para atravesar el estrecho de Florida.
AFP
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