Japón se unió al exclusivo grupo de países que han logrado un aterrizaje suave en la superficie lunar, siguiendo los pasos de Estados Unidos, Rusia, China e India. Un hecho que, según expertos, pronostica un incremento en la frecuencia de misiones lunares, con más de 100 expediciones previstas para el año 2030, tal como lo indicó la Agencia Espacial Europea.
La renovada carrera hacia la Luna responde a la necesidad de “llegar a la Luna para aprender a vivir en el espacio, para aprender a utilizar los recursos del espacio y ese es realmente el trampolín hacia todas las vastas riquezas del universo” dijo a CNBC Michelle Hanlon, directora ejecutiva del Centro de Derecho Aeronáutico y Espacial de la Universidad de Mississippi. “La Luna es un campo de pruebas” aseguró.
Los recursos que tanto naciones como corporaciones buscan incluyen metales de tierras raras y el isótopo helio-3, abundante en la Luna y potencialmente útil para alimentar reactores de fusión nuclear. Además, la presencia de agua es un recurso vital no solo para la supervivencia humana sino también para la creación de combustible para cohetes, lo que podría transformar a la Luna en una estación de reabastecimiento y plataforma para la exploración espacial más profunda.
“Quienquiera que consiga establecer una presencia lunar significativa está haciendo una declaración sobre su sistema político, sobre su sistema económico, sobre quién lleva la delantera en la competición geopolítica”, dijo por su parte, al mismo medio, Dean Cheng, asesor principal del programa de China en el Instituto de la Paz de Estados Unidos. “Pero una segunda parte, más reciente, es la creencia de que hay recursos significativos en la Luna que son útiles para la Tierra o para futuros vuelos espaciales”.
Una carrera global
Recientemente, la NASA anunció que pospuso su retorno tripulado a la Luna para finales de 2026, un año después de lo planificado, en medio de obstáculos recientes que desafían la estrategia de la agencia espacial estadounidense de depender en gran medida de empresas privadas para sus misiones lunares, que ha generado contratiempos como los retrasos en el programa Artemis y una falla de propulsión en el aterrizador lunar de la compañía Astrobotic. Mientras tanto, China avanza con su programa respaldado por el gobierno y tiene como objetivo llevar a cabo aterrizajes tripulados al satélite natural para 2030.
A pesar de que el aterrizador Peregrine de Astrobotic no llegará intacto a la Luna, la NASA tiene previstas otras tres misiones privadas este año, incluyendo un segundo intento de Astrobotic. “Diez mil cosas tienen que salir bien” en una misión lunar como la de Astrobotic, dijo a Reuters el profesor de Carnegie Mellon Red Whittaker, que dirigió el desarrollo de un diminuto vehículo lunar de cuatro ruedas que iba a bordo de Peregrine. “Es muy, muy habitual que en el transcurso de una misión se produzcan fallos”.
“Tenemos que ser una empresa comercial. Intentamos ser competitivos en esta nueva era de los vuelos espaciales comerciales. Si nos fijamos en los presupuestos, tenemos que ser más creativos y eficientes y hacer las cosas de forma diferente”, aseguró Bhaskaran.
China no se queda atrás en los logros lunares, con una misión programada este año para recoger muestras en el lado oculto del satélite, tras haber realizado el primer aterrizaje lunar suave desde 1976 con Chang’e-3 y el primer alunizaje en el lado lejano de la Luna con Chang’e-4 en 2019.
Otros países como India han aprendido de sus propios fracasos y éxitos, como el aterrizaje de Chandrayaan-3 en el polo sur de la Luna. La nación ve el infortunio de Astrobotic como una curva de aprendizaje valiosa, inspirando a sus empresas emergentes a asumir misiones de esta magnitud en el futuro, según palabras de Pawan Kumar Chandana, cofundador de Skyroot Aerospace.
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