Cientos de activistas feministas iniciaron una protesta el sábado 25-E coreando lemas junto a un monumento a las mexicanas asesinadas, antes de llenar una calle de la capital y rociar con pintura roja a mujeres policías que flanqueaban la ruta.
Es la última en una serie de combativas protestas de mujeres que han inundado importantes avenidas desde agosto, cuando miles de mujeres tomaron las calles de Ciudad de México indignadas por la supuesta violación de una adolescente por parte de agentes de policía, y la violencia rampante contra las mujeres.
Ahora, las propias feministas se sienten amenazadas tras los asesinatos este mes de dos activistas en diferentes partes del país.
“Nuevamente las mujeres volvemos a salir a las calles para gritar a la sociedad que nos están matando”, dijo Nelly Ornelas, de 24 años y que pertenece a un movimiento llamado Amor no es violencia, que intenta combatir la violencia de género.
Como parte de las manifestaciones, activistas se cubrieron con pintura roja en Ciudad Juárez.
De media, 10 mujeres son asesinadas cada día en México, lo que lo convierte en uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres. Solo uno de cada 10 delitos denunciados en México resulta en condenas de prisión.
La activista de los derechos de las mujeres Isabel Cabanillas murió baleada la semana pasada en Ciudad Juárez, una ciudad justo al sur de El Paso, Texas. Ornelas cree que su asesinato pretendía enviar un mensaje a las mujeres que luchan para reclamar más seguridad.
Mujeres policías fueron rociadas con pintura roja durante las protestas en Ciudad de México.
“Como las autoridades son indiferentes, indolentes, los hombres creen que pueden seguir asesinando a las mujeres. Entonces las feministas nos vamos a seguir saliendo hasta que aprendan a respetarnos y hasta que aprendan que tienen que dejarnos vivir”, afirmó.
Cerca, las madres y hermanas de mujeres asesinadas se turnaron al micrófono para describir cómo murieron sus allegadas y cómo, años más tarde, los responsables siguen libres. Muchos familiares reciben amenazas de muerte por buscar justicia.
La adolescente Tessa Lagunas lloraba mientras escuchaba algunos de los testimonios.
“A veces me dan ganas de quedarme en la casa y ya no salir”, dijo mientras su madre la consolaba.
Las manifestantes conmocionaron a México en agosto al arrasar una estación de autobuses y una comisaría y pintar frases como “Estado violador” en la base del Ángel de Independencia, un importante monumento en la capital coronado por un ángel de aspecto femenino.
Los que se quejaban de la pintada, alegan las manifestantes, están más preocupados por las estatuas que por las mujeres reales.
Desde entonces, los actos vandálicos en los monumentos de la formal Avenida Reforma se han convertido en una prioridad para algunas, que actúan encapuchadas para ocultar su identidad.
El sábado 25-E arrojaron pintura roja sobre la estatua de un hombre un caballo alado, lanzaron un proyectil en llamas a la estatua del explorador Cristóbal Colón y ataron un pañuelo verde, símbolo del derecho al aborto, en el tobillo de una estatua del químico francés Louis Pasteur.
“Es una forma de sacar nuestra ira y además de visibilizar el movimiento”, dijo una joven de 19 años que se cubría el rostro con una máscara negra.
Líneas de mujeres policía con equipo antimotines se colocaron hombro con hombro en un intento de proteger los monumentos.
Las manifestantes gritaron “¡traidoras!” a las policías, que apretaron los labios y se resistieron a contraatacar, incluso cuando un cóctel molotov prendió fuego brevemente al uniforme de una agente.
“Realmente estamos con ellas”, dijo una policía veterana con el rostro salpicado de pintura roja.
AFP
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