Cientos de personas se manifestaron este sábado en Santiago de Chile para apoyar la actual Constitución, heredada de la dictadura militar, y defender que los problemas del país «no se solucionan» con el plebiscito constitucional del próximo 25 de octubre.
EFE
Al grito de «Viva Chile» y «Viva la libertad» y entonando el himno nacional, una avenida del acomodado barrio de Las Condes se llenó de banderas chilenas y de pancartas con lemas como «Rechazo pagar dos Congresos» o «Hagámosla corta».
«Reformar la Constitución es mucho más fácil y más barato que escribir una nueva. Los problemas de Chile no pasan directamente por la Constitución, sino por las leyes», dijo a Efe el universitario Esteban Ibañez.
Más de 14,5 millones de chilenos están llamados a decidir en una semana si quieren o no reemplazar la actual Constitución, redactada en la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), pero reformada posteriormente decenas de veces.
La Constitución es vista por una parte de la sociedad como el origen de las desigualdades del país, por darle un papel secundario al Estado en la provisión de servicios básicos, y su derogación fue una de las proclamas en las protestas que sacudieron a Chile hace un año, las más graves desde la dictadura, con una treintena de muertos y miles de heridos.
«Nos quieren imponer un Estado más grande, totalitario y nosotros creemos en la propiedad individual, en la libertad y en todas las ideas que llevan al progreso. Las ideas del subdesarrollo son las que están detrás (de la opción) del apruebo», indicó a Efe Alejandro López, de 19 años.
EL «APRUEBO» GANA EN LAS ENCUESTAS
La oposición de centro-izquierda e izquierdas es partidaria en bloque del cambio constitucional, mientras que los cuatro partidos de derechas que integran la coalición gubernamental están divididos, siendo la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) la que lidera el «rechazo».
Las encuestas dan por ganadora, con mucha diferencia, la opción del «apruebo», pero los expertos alertan de que hay voto oculto y de que la diferencia podría no ser tan grande pues el miedo al contagio puede desalentar el voto.
«Cambiar la Constitución va a ser un cambio más simbólico que efectivo. Ha habido muchos cambios en Chile en estos 30 años, el país nunca había crecido tanto. La Constitución de hoy es la de Lagos, no la de Pinochet», agregó a Efe la jubilada Silbina Silva.
Durante el Gobierno del expresidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006), tuvo lugar una gran reforma constitucional que permitió, entre cosas, la democratización de la elección de senadores y la subordinación total del Ejército al Gobierno.
El plebiscito, que iba a celebrarse en abril pero fue aplazado por el coronavirus y es el más importante desde el que decidió el fin de Pinochet en 1988, planteará otra pregunta: si el órgano encargado de redactar el nuevo texto debe ser una asamblea formada solo por ciudadanos electos o integrada también por diputados.
De aprobarse, la elección de los constituyentes se realizará en abril y la nueva Constitución -que debe redactarse en un máximo de un año- se ratificará en otro plebiscito, este con voto obligatorio.
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