Gran Bretaña y la Unión Europea adoptaron el jueves un tono pesimista en las conversaciones comerciales, y el primer ministro Boris Johnson dijo que era “muy probable” que no hubiera acuerdo a menos que el bloque cambiara su posición “sustancialmente”.
Poco más de dos semanas antes de que Gran Bretaña finalmente abandone la órbita del bloque, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también se mostró pesimista y dijo que sería “muy desafiante” superar las “grandes diferencias” que quedan.
Ambas partes han pedido a la otra que cambie de posición para tratar de salvaguardar de aranceles y cuotas cuando el denominado período de transición finalice el 31 de diciembre.
Desde que Gran Bretaña abandonó la UE en enero, las conversaciones se han estancado en gran medida por dos cuestiones: los derechos de pesca del bloque en aguas británicas y la creación de un llamado campo de juego nivelado que proporcione reglas de competencia justa para ambas partes.
Tras una llamada entre Johnson y Von der Leyen para hacer un balance de las conversaciones, un portavoz del líder británico dijo que “el primer ministro subrayó que las negociaciones se encuentran ahora en una situación seria”.
“El tiempo es muy corto y ahora parece muy probable que no se llegará a un acuerdo a menos que la posición de la UE cambie sustancialmente (…) Él dijo que si no se podía llegar a un acuerdo, el Reino Unido y la UE se separarían como amigos, con un comercio al estilo australiano”.
Australia no tiene un acuerdo de libre comercio con la UE y la mayor parte se rige por las reglas de la Organización Mundial del Comercio.
Von der Leyen dijo que acogió con satisfacción los “avances sustanciales”.
“Sin embargo, quedan grandes diferencias por superar, en particular en las industria pesquera. Superarlas será un gran desafío”, dijo en Twitter, agregando que las conversaciones continúan.
La libra esterlina cayó levemente tras los comunicados.
¿OPTIMISMO FRUSTADO?
Previamente, el ministro del Interior británico, Priti Patel, dijo que las conversaciones habían entrado en el “túnel”, jerga de la UE para la fase final y secreta de hacer o deshacer, y del jefe negociador de la UE, Michel Barnier, de que se produjo un buen progreso, habían alentado a los mercados financieros.
Pero el ministro británico encargado de negociar sobre el Brexit, Michael Gove, y quien supervisó la implementación de un acuerdo de divorcio previo, dijo a un comité parlamentario que las probabilidades de lograr un acuerdo comercial eran menos del 50%.
Agregó que, si el Parlamento británico no hubiera tenido tiempo de aprobar el acuerdo como ley antes del 31 de diciembre, “entonces el tiempo se agotó y no se habría alcanzado ningún acuerdo y nosotros estaríamos en un mundo en el que negociaremos en los términos de la OMC (Organización Mundial del Comercio)”.
Más tarde afirmó que creía que el último plazo posible para llegar a un trato era en los días inmediatamente posteriores a Navidad.
No llegar a un acuerdo sobre el comercio de bienes provocaría remezones en los mercados financieros, dañaría las economías europeas, complicaría las fronteras e interrumpiría las cadenas de suministro en Europa y más allá.
Johnson, el rostro de la campaña del referéndum del Brexit de 2016, ha dicho durante mucho tiempo que no aceptará un acuerdo que no respete la soberanía británica después de ganar una elección el año pasado con la promesa de “recuperar el control”.
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