Nicolás Maduro, al respaldar al presidente de Rusia Vladimir Putin en el conflicto con Ucrania, se la juega en su intento de buscar que se levanten las sanciones económicas y financieras que Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto a su gobierno. Los internacionalistas Juan Francisco Contreras Arriechi y Adriana Boersner detallan los posibles impactos para Venezuela.
El régimen de Nicolás Maduro ha buscado afanosamente, desde 2019, el levantamiento de las sanciones económicas y financieras que parte de la comunidad internacional, especialmente EE. UU. y la Unión Europea (UE), han impuesto contra el país a partir de la represión de las protestas en 2014 y, especialmente, la imposición de una asamblea constituyente convocada por el Ejecutivo y no por el pueblo en 2017.
El levantamiento de las sanciones ha sido una de las principales exigencias por parte del Ejecutivo durante las sesiones de negociación y acuerdos que se han producido en República Dominicana (2018) y Noruega y Barbados (2019), y paulatinamente ha implementado políticas para buscar granjearse el reconocimiento a su gobierno por parte de los países que aplican las medidas.
En 2019, instaló una mesa de diálogo nacional con sectores minoritarios de la oposición, la llamada «mesita», en la que se acordaron cambios en la composición de la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) que organizó las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional de 2020, en las que la oposición mayoritaria no participó.
Luego se levantaron algunas inhabilitaciones políticas y se realizaron las elecciones de gobernadores y alcaldes en 2021, en los que la oposición participó dividida.
La administración de Joe Biden flexibilizó algunas medidas contra Venezuela, pero el gobierno chavista insiste en que el país está siendo víctima de un bloqueo, al cual atribuye la prolongada crisis económica que el país atraviesa.
A pesar de todo ello, ante la dura reacción internacional frente a la acción armada emprendida por Rusia contra Ucrania, el dignatario venezolano ha decidido apoyar abiertamente a su aliado político Vladimir Putin, en un momento en que el gobierno ruso está siendo objeto precisamente de la aplicación de fuertes sanciones internacionales.
Acusación a la OTAN frente a Rusia
Tropas rusas ingresaron a territorio de Ucrania el 24 de febrero pasado. Dos días antes, Nicolás Maduro había declarado que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) pretendía acabar militarmente con Rusia.
«Hemos estado observando atentos a los acontecimientos en Rusia, en Ucrania, observando, no desde ahora, la evolución del proceso donde el imperio norteamericano y la OTAN pretenden por la vía militar acabar con Rusia, detener a Rusia y acabar con este mundo multipolar que ya es una realidad», afirmó el mandatario en esa oportunidad.
Añadió que los territorios de Lugansk y Donetsk (donde hay intenciones separatistas de Ucrania) asumieron funciones de repúblicas populares «para defenderse de una masacre que los sectores fascistas que habían asaltado el poder en Ucrania comenzaron a ejecutar cazando hombres, cazando mujeres, asaltando familias, bombardeando, con armas pesadas y se inició un conflicto durísimo».
Sin embargo, el dignatario guardó cautela y no se pronunció al momento de iniciarse la invasión por parte de tropas rusas al territorio ucraniano.
Ese 24 de febrero, el canciller del gobierno de Nicolás Maduro, Félix Plasencia, hizo un llamado a mantener la vía diplomática para resolver el conflicto.
«Ante el agravamiento de la situación en Ucrania, Venezuela reitera la vía diplomática como única opción para la paz, el entendimiento y la vida. Asimismo, rechazamos las acciones de aquellos que pretenden debilitar a Rusia, con sanciones ilícitas y ataques», expresó Plasencia a través de su cuenta en la red social Twitter.
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